Sin partir
del Zanjón es imposible llegar a la comprensión de la Protesta de Baraguá,
porque aquel acto de claudicación –resumido en el acuerdo del 10 de febrero de
1878- fue la causa inmediata del legítimo proceso de rechazo de eso que fue,
sin tapujos ni eufemismos, rendición incondicional de las armas villareñas y
camagüeyanas ante el enemigo, solo contrariada allí Ramón Leocadio Bonachea y
su partida de centenar y medio de hombres y -si se quiere, también- por la
disposición de continuar la lucha en unos poquísimos jefes agramontinos, que,
al cabo, acataron el voto negativo de la aplastante mayoría para cejar en la
lucha…
DE LA VICTORIA A LA VISTA HASTA EL ZANJÓN
Pero es que
tampoco se puede entender cómo fue factible el Zanjón, sin tenerlo en cuenta
como culminación exitosa de la estrategia empeñada por el general Arsenio
Martínez Campos en su retorno a la
Isla , esta vez devenido jefe supremo del ejército español en
campaña, desde el 3 de noviembre de 1876...