El incumplimiento de esenciales términos del
Pacto del Zanjón, la escandalosa corrupción administrativa y las tributaciones
onerosas e injustificables; la crisis económica, con la caída de los precios
del azúcar –por primera vez a menos de
dos centavos la libra -; la liquidación de los presupuestos con grandes
déficits, el acaparamiento de los cargos públicos; el ejercicio de sutiles,
pero inequívocas limitaciones a la libertad de expresión; así como también las asiduas
represalias aplicadas contra quienes intentaron ejercerla plenamente; la
educación mínima y atrasada, el incremento de la criminalidad y por todo ello,
la cabal diferenciación de nacionalidad entre isleños y peninsulares, entre
cubanos y españoles, fueron razones suficientes para que otra conflagración
independentista estallara en Cuba, quince años después del fracaso de La Guerra
Chiquita, en 1880.