Por: Joel Nicolás Mourlot Mercaderes y David Mourlot Matos
Se ha dicho -con bastante
razón- que, tras el 24 de Febrero, las partidas rebeldes estuvieron bajo la
pertinaz persecución de las fuerzas españolas, u ocultas, a la espera de la
llegada de los grandes jefes veteranos que debían unificarlas y comandarlas. Tal aserto, sin embargo, no
significa que, durante dicho lapso, algunos grupos insurrectos no
libraran acciones más comprometidas, de ataques y asaltos, los cuales tuvieron
un gran efecto, no solo de necesario aliento al espíritu general de rebeldía,
sino también como actos significativos de provisión de armas y pertrechos de
guerra; algo que, a su vez, determinó en el logro de otras victorias, cruciales
en el desarrollo ulterior de la guerra, como fue el caso de Arroyo Hondo, el
combate con el que las fuerzas del mayor general José Maceo salvaron a los
recién desembarcados en Playita de Cajobabo…