Cuba: en las cavilaciones del Padre del Antillanismo
Corría ya la última semana de mayo de 1870. Los
dominicanos recién habían concluido el
segundo aniversario de la llegada al poder –cuarta ocasión de las 5 que en total lo
asumió- de Buenaventura Báez [Azua (RD)
20/10/1812- P. Rico, 14/3/1884].
El ex comerciante y ex acalde de Azua estaba inmerso en
la despreciable tarea no solo de entronizar su tiranía, sino de entregar la
soberanía de su país a los Estados Unidos y, consecuentemente, reprimir ferozmente a todos aquellos patriotas opuestos
a tales designios, antes quienes abrió tres claras perspectivas: la fosa, la
celda o el exilio…
Escapado de la muerte y de la cárcel, Gregorio Luperón,
uno de los héroes de Capotillo y de la Restauración Nacional; uno de los padres
en ciernes del Antillanismo, había pasado a Cabo Haitiano y, de allí, a Grand
Turk, donde -además de obrar por liberar a Quisqueya de tan pernicioso mandatario- sufría los duros
momentos por lo que pasaba la revolución independentista de Cuba, bajo la
tremebunda política del Conde de Valmaseda, desde 1869, que fue combinación
criminal de una ofensiva despiadada de sus fuerzas militares contra las zonas
insurrectas, la expulsión de la población campesina de sus áreas de residencia
y de cultivo, confiscación de bienes masivos a infidentes y asesinato de
numerosos grupos de personas
comprometidas o no con el movimiento emancipador.
Noticiado de tan escalofriante proceder, pero, también,
de la heroica resistencia de los libertadores cubanos y de los esfuerzos que,
en el exterior de la Isla, realizaba la emigración revolucionaria, Gregorio
Luperón tomó la iniciativa de escribir sendas cartas a Carlos Manuel de
Céspedes y del Castillo, presidente de la República de Cuba en Armas, y a Miguel
Aldama Alfonso, presidente de la Junta Central Republicana de Cuba y Puerto
Rico, en Nueva York, y Agente General de
la República de Cuba en los Estados Unidos.
De la primera, en concreto, solo Luperón –que se sepa- da
cuenta de sus existencia; en la segunda –resumidamente hablando-, el gran
dominicano se nos revela mucho más que como un patriota de corazón; es decir: lo
mismo como apasionado amante de la libertad que como un antillanista consumado;
como un americanista y antiimperialista de cuerpo entero, que, especialmente, como
un ferviente impulsor de la independencia de Cuba, de cuyo favor dio muchas y
fehacientes muestras posteriormente.
Vaya de todo eso, inicialmente, algunas prendas:
-“Los hombres que como Ud., Sr. […] y el que suscribe,
luchan y defienden con tesón y constancia la libertad de los pueblos, la emancipación
de las Antillas, y la autoridad general de la América del Sur, se pertenecen
mutuamente son solidarios de las glorias y sacrificios, abnegaciones, martirios
de todos.”
-“[…] mi patria es la América; mi causa, la de los
pueblos oprimidos, y mis enemigos todos los tiranos…”
-“[…] juré guerra eterna a los aventureros
trasatlánticos, y hasta hoy no he violado jamás mi juramento. Mi objeto ha sido
siempre el mismo: coadyuvar a su expulsión del suelo americano y prestar mi
franco concurso a la libertad de Cuba y de Puerto Rico […]”
-“Ciertamente, hasta hoy mis gestiones no han sido bien
comprendidas por las autoridades, pero los hombres más capaces de ese país [Haití]
nos secundan poderosamente y su eficaz concurso puede precisar la decisión del
gobierno en un asunto tan vital para la gran causa cubano-puertorriqueña.”
-“[…] yo creo que la revolución cubana es simpática a
otras naciones Europeas […] La inmiscusión de esa mal interpretada Doctrina
Monroe ha producido y puede producir graves contrariedades a la libertad de
Cuba y Puerto Rico.”
-“Esto me hace pensar que una vez entablada en el
gabinete inglés negociaciones de un carácter propio a desarmar dichas
prevenciones, él podría ser más favorable a la independencia de Cuba que el
farsante de [Ulysses] Grant.”
-“ En suma, la política de reivindicación Europea,
habiendo muerto Maximiliano, la Europa puede hoy, por egoísmo, o cálculo, ser
hostil a la política de absorción norteamericana, y prestar ayuda a la obra de
independencia cubana y puertorriqueña, siempre que esta sea absoluta; es decir,
nacional.”
- “Permítame Ud., usar la franqueza de invitar a todos
los patriotas cubanos, y por su mediación a los puertorriqueños a vivir
prevenidos y alertas contra la política invasora del general Grant.”
-“No olvide Ud. las ingratitudes del mismo Washington,
Adams y Jefferson con respecto al pueblo francés que tanto le había socorrido
en su independencia […]”
-“Ud. debe
conocer mejor que yo la oferta de venta que ha hecho el gobierno español al de
Washington; para que dicha venta sea efectiva, la revolución cubana debe ser
comprimida. Así pues, los Estados Unidos tienen hoy interés directo en su
compresión.”
-“Ni Fish
ni Grant pueden impedir el desarrollo de los acontecimientos […] “
-“No
olvide un momento las guerrillas. Las sorpresas nocturnas, la privación del
sueño al enemigo [...]”
La larga misiva de
Luperón –no exenta de algún que otro aspecto no descifrados- la ofrecemos
completa en este propio blog, para deleite de los dominicanos, los estudiosos
de los historia de Cuba, del Antillanismo y del americanismo y de las
relaciones de la región con los Estados Unidos.
Hola don Joel,
ResponderEliminarHe creado un nuevo blog y me gustaría invitarlo a participar. Apenas estoy empezando así que me vendrían bien nuevos amigos. Usted se ganaría uno también si así lo desea.
Saludos
Jacob K