Francisco Javier Cisneros Correa |
Ingeniero,
periodista, general
mambí,
patriota revolucionario
La vida de Francisco
Javier Cisneros Correa es de esas que hace que cualquier persona experimente
plena satisfacción por ser su paisano, y mayor aún por ser hijo de esta hermosa
ciudad caribeña, madre de tantos vástagos extraordinarios sin cuento.
“En la
infatigable Santiago de Cuba” –cual la calificaría Martí-; en el escenario
natal del gran bardo y patriota José María Heredia; en la cuna -y pesebre, ¿por
qué no?- de tantas gloriosas personalidades de nuestra historia, nació
Francisco Javier, el 28 de diciembre de 1836, justo en uno de los hogares más
ilustres de la ciudad, el formado por el matrimonio del célebre jurista Hilario
de Jesús Ramón Cisneros Saco, y de María Concepción Correa Miyares.
Don Hilario
–hijo, a su vez, del constructor e inspector de obras militares, Manuel Ramón
Cisneros, y de Josefa Saco López de Anaya, tía del gran polígrafo bayamés José
Antonio Saco- fue director de la Real Sociedad
Económica Amigos del País, de Santiago de Cuba (1832-1834, por lo menos), y
socio corresponsal de la de La
Habana , abogado de la Real Audiencia y Chancillería
[sic] del Distrito; juez delegado del Juzgado de Bienes Difuntos para Santiago
de Cuba y la jurisdicción; asesor del
Juzgado Privativo de los reales cuerpos de Artillería e Ingeniería, asesor
interino de guerra del gobierno de la provincia, asesor comendatario del
Departamento Oriental y abogado de los ilustres colegios de Madrid y de
Santiago de Cuba, profesor académico de la Academia de Legislación y Jurisprudencia de
Madrid.
Doña María
Concepción era célebre por ser hija del brigadier Sebastián Correa, ex capitán
general de la metrópoli española en Costa Firme, y nieta, por línea materna,
del mariscal Fernando Miyares –que fue gobernador de Zulia y también capitán
general de Venezuela-, y de Inés Mancebo, la santiaguera que amamantó a Simón
Bolívar, el libertador de Hispanoamérica.
De tal
progenie, no sólo surgió Francisco Javier, sino, igual, sus hermanos: Hilario
de Jesús (SC,1826-Nueva York,1892), Manuel (SC,1827-SC,1866) –líder
independentista en La Habana
y en el exilio, el primero; mártir revolucionario, el segundo, y ambos célebres
abogados -, Ramón, joven médico y patriota (SC,1828-La Habana,1858), Inés
(SC,1830-París¿?), la ilustre esposa del no menos famoso jurista y patriota
Gonzalo Villar y madre del doctor Francisco Villar Cisneros, célebre cirujano
del páncreas en París; Juan Nepomuceno (SC, 1831-Nueva York, ¿?), médico
destacado y sobresaliente independentista, junto a sus hermanos y a José Martí;
Alonso (SC,1834- gloriosa manigua oriental, 1869), ingeniero civil, mártir
insurrecto de la Guerra Grande ;
Fernando (SC,1838-¿?), separatista apresado en un conato de invasión a la Isla , recluso político por
varios años, exiliado activo contra la tiranía española en Cuba, en los años
posteriores; Eduardo Gonzalo (SC, 1840-Nueva York, 1871), médico, excelente
luchador separatista, artífice, junto a su hermano Javier, de varios clubes
recolectores de auxilios patrióticos y organizadores de expediciones de apoyo a
la insurrección en Cuba; Úrsula (SC, 1843-¿?), magnífica colaboradora en la
gesta independentista del 68 y del 95.
Todos
convencidos abolicionistas, que dieron libertad a sus esclavos desde 1865.
FRANCISCO
JAVIER, EL INGENIERO
Tras vencer
sus estudios primarios y parte de los secundarios en su natal Santiago de Cuba,
un día de abril de 1857, Francisco Javier Cisneros se presentó a examen de
suficiencia en la única academia de ingeniería existente por entonces en Cuba,
y “aprobado que fui, recibí mi diploma” de ingeniero civil…
Nueve meses
después, el rico propietario Miguel Aldama le dio la construcción de un ramal
del ferrocarril de Matanzas, que realizó bajo su pleno liderazgo. Así pues, aún
con 21 años de edad empezó a dirigir la construcción de vías férreas, labor en
la que sobresalió por haber proyectado y ejecutado obras tales como: los
ferrocarriles de Cárdenas a La
Esperanza , de Trinidad a Sancti Spíritus, del Oeste
(Habana-Pinar del Río), de Remedios a Sancti Spíritus; además del muelle del
puerto de Casilda, también en la jurisdicción espirituana; todo esto, dentro de
su país.
Monumento erigido en su honor. Medellin, Colombia |
Años más
tarde, en el exterior, se erigiría en portento de la ingeniería y precursor de
las verdaderas bases de la modernidad -pues nada menos que eso
significaba el ferrocarril por aquellos tiempos- en Colombia; allí acometió
obras como el camino de hierro de Puerto Barrio a Medellín, considerado como
una revolución de la ingeniería civil en aquella hermana nación, dada las
soluciones aplicadas a retos que parecían insalvables. También, el ferrocarril
del Cauca (costa del Pacífico colombiano), trunco a los 50 km . de su realización por
causa de una revuelta militar; el tramo del ferrocarril de Girardot, desde la cabezada
navegable del río Magdalena hasta Bogotá, así como parte del ferrocarril de El
Dorado.
Construyó y
operó el tranvía de Barranquilla,fue iniciador de los trabajos del Ferrocarril de Antioquía
y canalizó la parte superior del Magdalena,
para hacerle navegable.
El Perú
también le vio en sus quehaceres constructivos, allí, al igual que en Colombia,
inscribió indeleble su nombre -y el de Cuba- en los kilómetros de rieles y
traviesas tendidos por selvas y sabanas, lomas y hondones de la geografía
extraordinaria del otrora país de los incas.
Miembro de la Sociedad Americana
de Ingenieros, desde mayo de 1872, lo fue, asimismo, de la Institución de
Ingenieros Civiles de Londres (desde 1884), y desde ambas organizaciones luchó
denodadamente por desarrollar el transporte ferroviario de vía estrecha en los
países pobres (especialmente los hispanoamericanos), como estrategia básica
para un sostenido desarrollo económico.
EL PERIODISTA
Cuando los
propietarios habaneros se convirtieron del reformismo al separatismo, por
fuerza de los reiterados engaños del gobierno de España, los más ilustres
liberales de la Capital ,
en marzo de 1868, decidieron aplicar la eutanasia a lo que había sido hasta ese
entonces el vocero y símbolo del reformismo cubano: el periódico El Siglo. En su lugar, crearon el
órgano La Opinión , que luego fue el joven y
afamado periódico El País,
a cuyo frente colocaron -no por gusto- a Francisco Javier Cisneros Correa,
quien era –al decir del culto periodista Rafael Merchán- uno de los jóvenes más
cultos de La Habana ,
profundo conocedor del idioma español, del griego, del latín, del inglés y
otras lenguas extranjeras, gran estudioso de la literatura, la historia y de la
política; versado ya en el ejercicio de la opinión periodística, y quien ya
–desde 1865- se había declarado enemigo jurado del colonialismo español en la Isla , y por lo mismo declaró
que en aquel periódico no habría más propaganda reformista ni autonomista...
En efecto,
desde el primero momento, Francisco Javier imprimió a las páginas de El País una propaganda tal, que
el fervor de la juventud habanera por la revolución desde los días previos al
10 de Octubre puede atribuírsele en buena medida a los efectos de esa labor
patriótica de El País, al
punto que el mismísimo capitán general Francisco Lersundi, a fines de octubre
de 1868 lo acusó de divulgar la doctrina revolucionaria y alentar la
insurrección de los orientales.
Como periodista,
fue el primero que estableció en Cuba una red de corresponsales en casi todo el
país para su periódico, no obstante de ser, también, un pretexto para crear
agencias revolucionarias dirigidas desde La Habana.
Mucho escribió
por entonces el joven ingeniero, como después lo hizo en el exilio, ora en los
Estados Unidos, ora en Colombia o el Perú, en Francia e Inglaterra, con su obra
culminante, en tal sentido, que fue “La
verdad sobre los sucesos de Cuba”, vibrante y viril defensa del derecho de
los cubanos a luchar por su independencia, y clarificación de los principales
sucesos de la contienda armada del 68, hasta 1871.
EL PATRIOTA, EL
REVOLUCIOARIO
La lógica
indica que debió ser desde antes cuando comenzó a sentir la necesidad de
sacudir la dominación española en Cuba y a tener la convicción de que sólo
podría lograrse por método revolucionario, pero en el año 1865 –como ya hemos
dicho anteriormente-, Francisco Javier dio a conocer su primer proyecto
revolucionario con respecto a la
Isla , con un plan de invasión concebido con su amigo Plutarco
González, en Nueva York, a donde viajó con tal propósito.
En noviembre
de 1868, proyectó y dirigió los alzamientos de La Habana (que fracasó por la
premura del indomable patriota Agustín Santa Rosa) y de Vuelta Abajo (Pinar del
Río), también malogrado por la inexperiencia de los encartados, razón por la
que –descubierto- tuvo que huir hacia los Estados Unidos.
En esta vecina
nación armó varias expediciones para auxiliar a los rebeldes cubanos, y en
total trajo para ellos más de 18 000 armas largas y millones de pertrechos para
estos y otros fusiles, cañones con sus parques respectivos, centenares de
revólveres, pólvora, miles de espadas y machetes, tiendas de campaña, capas,
numerosísimos materiales sanitarios y centenares de hombres, todo lo cual dio
gran respaldo a la revolución en sus inicios.
Por todos esos
méritos acumulados –incluido el pasar más de tres meses de mambisado en la
manigua redentora, después de traer la invasión del “Perit”, en mayo de 1869, y
el haber protagonizado audaz salida por el puerto de la ciudad de Santiago de
Cuba, disfrazado de fogonero de un buque-, el presidente Céspedes le otorgó el
grado de general de brigada del Ejército Libertador.
Organizó
sociedades de apoyo a la revolución cubana en Centroamérica, Colombia y Venezuela, pero ni su historial ni
su fervor patriótico evitaron que fuera víctima de las intrigas y de las muchas
bajas pasiones, que, entre cubanos, a veces crecen exuberantes.
Dos respuestas
tuvo para ellas: una, estas palabras, salidas de su limpia conciencia y sincero
corazón: “Vivir mezclados en escandalosas algarabías es un sacrificio que no lo
exige el patriotismo; lo que el patriotismo manda es unirse los hombres de
bien”; la otra -tal vez criticable- fue
la de apartarse de la organización de los auxilios expedicionarios, e irse a establecer
en Colombia y en el Perú, desde donde, sin embargo, continuó ayudando de alguna
manera a la insurrección cubana.
En 1895, dio
poderoso concurso a la revolución. A Tomás Estrada Palma, delegado
plenipotenciario de la
República de Cuba en Armas en Estados Unidos, le da a conocer
que él estaba consiguiendo varios cañones y proyectiles, como este le había
solicitado; también cumple con la recolección de fondos en Francia, con el
boricua Ramón Emeterio Betances, y aconseja nunca emplear la amenaza para tal
fin:
“[…] recogí dinero para las expediciones
y nunca amenacé a nadie”, procedimiento que calificó de bajo y
contraproducente.
Moviliza toda
su influencia y recursos en Sudamérica: “Ayer escribí a Barranquilla [Colombia], a mi agente para que aumente el importe mensual
de la cuota con que contribuye él en mi nombre, para el club [patriótico] de allí, y también a
Argilagos para que apure algo a los amigos y remitan alguna suma.”
Amigo personal del presidente de Perú, le pide recursos para la
insurrección cubana, y, en igual sentido, a su amigo y compañero Rafael María Merchán,
en Bogotá.
Alaba la constitución de comisiones recaudadoras, pero critica su
publicación en la prensa; procura enviar al general Polanco (colombiano), con
una expedición, a pelear a Cuba; contrata más armas y pertrechos. Propuso,
además, un sistema de contribuciones mensuales “para que nadie se arruine ni
canse de contribuir”, y ofrece un buquecito propio para la causa, y recomienda
mandar al ciudadano Butron a Cuba a volar barcos y poner torpedos en puertos…
“Hago cuanto se me ocurre –dice- para prestar eficaz cooperación”.
En referencia a la organización de la guerra, critica la adoptada, y señala
al respecto: “[…] es la de Martí, muy buena para conspirar, deficiente para
guerrear”; en consonancia propone: “El gobierno de Cuba debe organizarse, en mi
concepto, a manera del gobierno provisional que organizaron los chilenos para
la revolución que hicieron a Balmaseda, a saber: un presidente, un vice, un
secretario de Hacienda y Tesorero; otro de Guerra, otro de Relaciones
Exteriores. Que se dejen de cámaras y enredos. Máximo Gómez que sea el
presidente y director de la guerra, Maceo vicepresidente, y secretarios los que
ellos crean competentes”; pero aspiraba, para la hora de libertad, a un gobierno republicano y
democrático, de gran vocación humanista.
Se autopropuso subdelegado de la junta revolucionaria, y señala cómo desde
el estallido de la guerra ha ofrecido su concurso a la revolución, aunque sólo
le dieron la agencia de París y, luego, Londres.
Murió pobre,
en Nueva York, en julio de 1898,
a los 62 años de edad, este gran hombre que dio Santiago
de Cuba para todo el país, para América, para el mundo.
Su olvido, en
la posteridad, es injusto y verdaderamente inexplicable. Este hombre debiera
ser recordado cotidianamente en Cuba y América por sus muchas grandezas, ya
como extraordinario patriota, ora como célebre ingeniero civil americano;
también como extraordinario periodista; incluso, como ciudadano del mundo, calificativo
que él mismo se diera…
120 AÑOS DE LA MUERTE DE FRANCISCO JAVIER CISNEROS
ResponderEliminarProfesor.
Desde Barranquilla, Colombia, Ciudad que honró a Francisco Javier Cisneros como "El Regenerador de Barranquilla", un cordial saludo.
Junto con el Licenciado Helkin Núñez, hemos dedicado mucha de nuestra vida a investigar alrededor de la figura de este Santiaguero a quien mucho le debe Colombia, pero igual o más, la Independencia Cubana.
Nos gustaría establecer contacto con Usted para compartir materiales y textos sobre este Ingeniero.
Hemos depositado algunos libros y periódicos en la Casa Maceista de Santiago de Cuba dedicados a este personaje.
Estamos haciendo gestiones para pode estar en Santiago con ocasión del Festival del Caribe y las Fiestas del Fuego para presentar un ejercicio sobre crónicas históricas, la última de ellas, dedicada a recrear los últimos siete días de vida de Cisneros en Nueva York donde fallece el 7 de Julio de 1898.
Esperamos poder intercambiar ideas, materiales e información para recuperar para Cuba y Colombia la memoria de este Jefe de Mar.
Nuestra dirección electrónica es moisespinedasalazar@yahoo.com
Cordialmente,
MOISES PINEDA SALAZAR.
Por cierto, respecto de sus anotaciones " “La verdad sobre los sucesos de Cuba”, vibrante y viril defensa del derecho de los cubanos a luchar por su independencia, y clarificación de los principales sucesos de la contienda armada del 68, hasta 1871." quiero compartir con Usted la adquisición de un ejemplar de dicha obra que pude conseguir en el mercado mundial de libros.
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