Por: Joel N. Mourlot Mercaderes y David Mourlot Matos
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Plaza Dolores 1925, vista desde la parte noroeste de la misma |
La Plaza de Dolores es, hoy por
hoy, uno de los complejos monumentales más impresionantes y emblemáticos de la
ciudad de Santiago de Cuba. Aunque ha perdido algunos de sus atributos originales -y ganado otros,¿por qué no?-, conserva aún en su
bello y “retocado” escenario esa combinación de edificios significativos y esculturas notables, que hacen de este lugar un punto atractivo y apreciable, para propios y extraños…
Faltan –es
preciso advertir- en su remodelado segmento norte, las casonas distintivas que
fueron moradas de los marqueses de la Candelaria de Yarayabo y de los condes de Santa
Inés, en cuyas estructuras interiores, o en su solar, se erigen actualmente
varios de los restaurantes más apreciados de la ciudad, a los que antecede un amplio
bulevar destinado al servicio gastronómico.
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Taberna Dolores |
Émulas, en fin, de la vetusta iglesia de Nuestra Señora de los Dolores (hoy sala de conciertos “Dolores”), que a sus casi 300 años de existencia, conserva prácticamente exacta su imagen externa, sobresaliente en extremo cuando los primeros rayos de sol irradian sobre la ciudad. Contiguo al templo, su efectivo guardián, se aprecia la gigante figura del ya centenario Colegio de Dolores (hoy preuniversitario Rafael María de Mendive).
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Sala de conciertos Dolores y preuniversitario Rafael M. Mendive (derecha) |
Sin embargo, lo verdaderamente culminante en la plaza es el
conjunto monumental en homenaje Francisco Vicente
Aguilera Tamayo. En el centro de su oblongo parque, relativamente pequeño, pero abundante de árboles y bancadas, destinados al solaz de los transeúntes y visitantes, se levanta desde fines de 1912 -aunque su inauguración fue en 1913-, una gran base forrada de mármol e incrustada por leyendas en
bronce, que son resúmenes muy sucintos del pensamiento y de los datos de natalidad y muerte del
Héroe, a todo lo cual se anticipa una imagen femenina con algunos atributos que
invocan la patria.
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Monumento en honor a Francisco Vicente Aguilera |
Muy merecido homenaje a quien fuera uno de los pioneros del separatismo cubano, desde mediados del siglo XIX; líder principal de la conspiración que desembocó en la primera guerra cubana por la independencia de España en 1868. Al virtuoso revolucionario que supo supeditar sus propios y legítimos intereses a los de la patria –incluido el de liderar la revolución-. Al jefe militar
Hoy, bajo su imagen patriarcal, cientos de santiagueros y visitantes conversan, ríen, cantan y bailan -o simplemente meditan y sueñan-; pues es la Plaza Dolores uno de esos espacios mágicos que definen a la ciudad de Santiago de Cuba.
Quizas faltó decir que en el entorno se ecuentra la cafetería Isabelica en donde tengo entendido en siglos atrás se vendieron excelentes bombones y que además, aunque no estoy muy seguro, pertenecía al dueño de la Isabelica ubicada en La Gran Piedra.
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