La clase
magisterial que dio
lección
suprema de patriotismo
Aunque la insurrección independentista de 1868 en Cuba, ha merecido justamente el título de la “Revolución de los Hacendados”, a causa de la numerosa y determinante participación de los elementos de esa clase de
Ciertamente,
acaudalados propietarios de tierra y letrados -que, en muchos casos, fue
dualidad- capitalizaron el más evidente protagonismo de aquella empresa
patriótica, al menos en la primera etapa de la contienda.
En efecto,
Carlos Manuel de Céspedes, Francisco Vicente Aguilera, Pedro (Perucho)
Figueredo, Francisco Maceo Osorio, Donato y Eduardo del Mármol, Ignacio
Agramonte, Francisco Morales Lemus, Hilario Cisneros Correa, J. Manuel Mestre,
Antonio Zambrana, Luis Victoriano Betancourt y muchos otros más –que harían
lista demasiado extensa- fueron los máximos exponentes de aquella clase
adinerada, la mayor parte de los cuales ostentaba el título,
además, de
licenciado en Derecho.
No fuera
descabellado, asimismo, si el personal de la salud, con parecidos argumentos,
reclamase similar destaque, a tenor de la cantidad de galenos, dentistas, farmacéuticos
y hasta estudiantes de esas carreras, que tomaron parte en la organización y
estallido de la primera guerra separatista cubana.
Pero hay un
sector que muy especialmente puede aspirar a tal gloria, no sólo por el número
de representantes y peso de muchos de ellos dentro del movimiento insurreccional
separatista, sino por su magnífica influencia, desde la cátedra, en la
formación de aquella pleyade patriótica, adalides que fueron, en buena medida,
de nuestra primera guerra por la independencia, la abolición de la esclavitud y
la libertad; esto es: el sector magisterial, sobre todo en Santiago de Cuba,
cuya trascendencia en ese proceso liberador hizo que el coronel mambí Fernando
Figueredo Socarrás calificase el período previo al grito de independencia, en
la capital oriental, como “La conspiración de los maestros”.
En verdad,
resulta impresionante, primero, advertir cómo la labor de algunos educadores
fue calando en la niñez y la juventud santiagueras, y sembrando semillas
fructuosas de saber, virtudes y patriotismo.
Partiendo del
extraordinario pedagogo Juan Bautista Sagarra (1806-1871), quien –a pesar de no
exponer un ideal independentista- promovió tanto una mayor y mejor instrucción
pública, e inculcó igual en las jóvenes generaciones el apego a las mejores
cualidades humanas, la necesidad de saber más y cada vez más, el afán de
progreso y el amor a Cuba y a la Patria
Chica , que es imposible no ver su obra reflejada en la de muchos
alumnos suyos, tales como: Pío Rosado Lorié, Miguel Santa Cruz Pacheco Moreno,
Antonio Espinal, Francisco Javier del Mármol, José Bernardino Brioso, Rafael,
Pablo y Manuel Amábile Arambarry, Juan Rebustillo, entre muchos otros, que hicieron
la carrera heroica de la manigua redentora o de la enaltecida emigración
polìtica, durante aquella primera guerra, y las posteriores…
Y como huellas,
también, de otro grande la educación santiaguera, Francisco Martínez Betancourt
(1825-1892), maestro primario, fundador y director del afamado colegio de
enseñanza primaria-secundaria San José, director del más célebre aún Colegio
Santiago, profesor fundador del Instituto de Segunda Enseñanza, organizador de
las “tertulias de la casa de Don Pancho” (su hogar), y quien en varias
ocasiones fue requerido por las autoridades españolas –como alguna vez
requirieron e inculparon a Sócrates- “por pervertir a la juventud con las ideas
revolucionarias”.
Revisar la
nómina del Comité Revolucionario separatista de Santiago de Cuba, constituido
antes del 10 de octubre de 1868, es oportunidad para comprobar dos cosas muy
consonantes y, a la vez, sugerentes: que casi todos fueron discípulos de esas y
otras glorias de la enseñanza en la ciudad, y que la inmensa mayoría de la
lista la constituyeron profesores y maestros de instrucción pública en pleno
ejercicio…
Forzoso
resulta comenzar con Ambrosio Valiente Duany – también
licenciado en Derecho-, pero ante todo profesor fundador del Instituto de
Segunda Enseñanza, de las asignaturas de Economía Política, Psicología, Lógica
y Ética; Gran Maestro de las logias del Gran Oriente de Cuba y las Antillas (GOCA)
y líder general de la conspiración en
Santiago de Cuba, hasta su deportación, en el tercer trimestre 1868, para
Matanzas, por sospechas de actividades separatistas.
En orden,
debemos seguir con Manuel Ramón Fernández Rubalcaba, distinguido masón, profesor
del célebre Colegio Santiago, fundado por Juan Bautista Sagarra, catedrático,
también, del mencionado Instituto de Segunda Enseñanza, sustituto de Valiente
en el liderazgo del referido comité revolucionario santiaguero; Francisco
de Paula Bravo Soria, abogado y profesor del instituto de Santiago de
Cuba, uno de los líderes revolucionarios en la capital del Oriente cubano,
agente de la Revolución ,
luego, en Jamaica, Haití y Perú.
Fueron
partes integrantes de esa entidad conspirativa, además: los profesores Mariano
y Cayetano Acosta Nariño, ayudante del presidente Carlos Manuel de
Céspedes y teniente coronel del Ejército Libertador, el primero; comandante de
ese cuerpo insurrecto, el segundo; el joven Tomás Mendoza, alto
oficial y mártir del mambisado; Vicente Jústiz, catedrático,
periodista, también, ilustre personalidad del exilio separatista; Francisco
Santos Ugarte, profesor del mencionado instituto, sancionado por leer
un poema separatista de su cosecha, exiliado digno; Tito Visinio, graduado de
ingeniero y arquitecto en Alemania, donde laboró con afamados exponentes de su
profesión; profesor de las escuelas Preparatoria y Profesional, dirigidas por
Sagarra; obligado a huir al exterior, regresó en la expedición del “George B.
Upton”, de 1870.
Formaron
parte, asimismo: José Ramón Villasana Mas, uno de los primeros maestros
santiagueros graduados de la
Escuela Normal de Guanabacoa, director de la Escuela Municipal
de Santiago de Cuba; jefe de Despacho del líder de la División Cuba , del ejército
mambí: general Donato del Mármol Tamayo; Manuel de Jesús Peña Reynoso,
ayudante del anterior en la dirección de la Escuela Municipal ,
diputado electo por la zona oriental a la primera Cámara de Representantes de la República de Cuba en
Armas, en 11 de abril de 1869.
Ligados al
citado comité, también estuvieron, desde antes del 10 de Octubre: Pío
Segundo Rosado Lorié, alumno de Sagarra en la Escuela Profesional ,
maestro de primaria habilitado, brigadier que llegó a ser del Ejército
Libertador; los hermanos Luis y Manuel Pruna y Santa Cruz Pacheco;
el uno capturado por los españoles y fusilado en Puerto Príncipe (Camagüey), en
abril de 1870; el otro, de los primeros maestros normalistas santiagueros, comandante
del Ejército Libertador de notable trayectoria…
Entre otros
profesores y maestros que en Santiago de Cuba estuvieron comprometidos con los
preparativos y desarrollo de la
Revolución del 68, se cuentan, además: el presbítero Amador
Jesús Milanés, profesor del Colegio Santiago y párroco de la iglesia de
la Santísima Trinidad ;
Antonio
Benítez Correoso, director de una escuela de primaria elemental, quien tuvo
que huir a Jamaica por su integración al proceso separatista, por lo cual le
embargaron sus bienes; Federico García Copley, notable poeta
y profesor de Segunda Enseñanza, forzado al exilio ante inminente peligro de
ser apresado y ejecutado, en tiempo del sanguinario Conde de Valmaseda; Joaquín
Miranda Cotilla, periodista y profesor de idiomas, quien, como el
anterior tuvo que salir a la emigración; Félix María Calvo, maestro notable
que siguió el camino de Miranda y de García Copley; directivo de los comités de
cubanos separatista en Argentina, donde fue profesor del Colegio Nacional,
anexo a la Universidad
de Buenos Aires.
También: Manuel
de Jesús Adames Fernández, profesor del Colegio Santiago, residente y
procurador de Baracoa, desde, por lo menos, el tercer trimestre de 1868, a donde fue a parar,
no se sabe si por medida de extrañamiento político, y donde se alzó contra el
dominio español, en diciembre de ese propio año; José Ismael Bestard Roméu,
otro de los muchos curas orientales separatistas, en el 68, profesor del
Instituto Cubano, del francés Juan Fosh, párroco de la iglesia de Manzanillo,
de la que fue separado, a raíz de la guerra por considerársele vinculado al
movimiento revolucionario.
Destino
triste fue el de aquel comité clandestino, en el que el magisterio santiaguero
estuvo tan sustancialmente representado. Como consecuencia de la inteligencia
española, sus actividades fueron descubiertas. Así pues, algunos resultaron
detenidos, conducidos a la finca “Los Marañones”, en la entonces jurisdicción
de Holguín, y asesinados por el sanguinario coronel Manuel Palacios; los
restantes tuvieron que esconderse en los alrededores de la ciudad, para
internarse en el monte rebelde, o huir hacia las islas cercanas, para no correr
idéntica suerte; pero no sin antes haber aportado un contingente de esfuerzos y
hombres a la lucha de los cubanos por su emancipación de España y contra la
aborrecida esclavitud.
Similar
camino siguieron otros maestros separatistas santiagueros, que militaron en
otras células revolucionarias, pero que debemos rememorar hoy, en ocasión del Día
del Educador, que Cuba celebra cada 22 de diciembre. Entre ellos,
sobresalen: los hermanos Abraham y Tomás Portuondo Olasagasti,
mártires de la propia revolución del 68, Hildebrando Martí Medero,
subdirector del famoso Colegio de El Salvador, fundado y dirigido por José de la Luz y Caballero, exiliado en
varios países centroamericanos, donde siguió ejerciendo su magisterio, y Antonio
Espinal, catedrático de la Universidad de la Habana , integrante de la
primera expedición del “Galvanic”, alto oficial del Ejército Libertador,
vinculados, los dos últimos, a la Junta Revolucionaria
de la Habana.
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