Centenario
de la guerrita de
los independientes
del color
Hijo del francés Eusebio Ivonet Morín, y de la mulata
santiaguera Palmira Dofourt, nació Pedro Ivonet en la ciudad de Santiago de Cuba, el
27 de junio de 1860.
Al parecer, recibió un nivel de instrucción mayor que
el común de los de su raza; es decir, hasta vencer la primaria superior, y probablemente el idioma francés e, incluso,
veterinaria, a juzgar por el cargo que ocupó inmediatamente después de la
guerra en la Guardia Rural.
Todo hace indicar que se vio tempranamente privado de
su madre –por deceso, abandono u otra causa posible, ¿quién sabe?, pues no hay
datos que lo confirmen-, dado que, con menos de 9 años de edad, comenzó a vivir
con su padre y su madrastra, Jacinta Hechavarría, a quien, ya adulto, en
numerosos documentos señaló como su “madre”, y cuyo apellido (Hechavarría)
utilizó como materno.
Aunque casi nada se sabe de su vida anterior al
estallido del 24 de Febrero, es dable pensar que fue de los conspiradores
revolucionarios en la comarca santiaguera, porque, tan pronto se dio la voz de
alzamiento en aquella fecha, tomó las armas y se fue al monte, a pelear por la
libertad de Cuba, desde el mismo 24 de febrero de 1895
Poquísimos son los casos de combatientes del Ejército
Libertador que -sin que mediasen “intereses del servicio”, títulos, poderes
económicos e influencias diversas, sino sólo por valentía y talento- hayan
tenido una carrera tan meteórica como la Pedro Ivonet Doufort, durante
la última guerra independentista.
En efecto, a poco de alzarse en armas, se le concedió
el grado de subteniente, y ya el 29 de abril fue ascendido a teniente; un mes y
medio después –exactamente, el 5 de junio del 1895-, lo promovieron a capitán,
y el 14 de septiembre; es decir, algo más de tres meses más tarde, a comandante
del Ejército Libertador, y, por supuesto, seleccionado por su principal
evaluador, el mayor general Antonio Maceo Grajales, para integrar la columna
invasora a occidente.
Imposible relacionar todos los combates que le sirvieron
de aval a tan rápida carrera; pero pueden ilustrar algunos de los más
significativos: Jarahueca, El Cristo, Jobito, Montompolo, Peralejo, ingenio
Unión, Sao del Indio y las últimas operaciones por la zona norte de Oriente de
dicho general.
Hizo la
Invasión , unas 424 leguas de marcha desde Baraguá hasta
Mantua, y sumó a su historial combativo, los más de veinte enfrentamientos contra
las fuerzas enemigas, entre el 7 de noviembre de 1895 el 19 de enero de 1896.
Por su comportamiento heroico en esos y otros
combates posteriores, el Lugarteniente General del Ejército Libertador, Antonio
Maceo, lo ascendió al grado de teniente coronel, después de lo cual se vio
envuelto en no menos de 100 combates contra los españoles, en la “Campaña de
Occidente” de Maceo, y a lo largo de 1897 y 1898, en que peleó a las órdenes
del general Francisco Leyte Vidal Inarra, y de los hermanos Juan Eligio y Vidal
Ducasse Revé.
Coronel desde 1897, y con esas tres estrellas
concluyó la guerra, pese a la propuesta de ascenso a brigadier, que a su
beneficio hiciera el mayor general Pedro Díaz, jefe entonces del 6. Cuerpo del
Ejército Libertador.
Después de la independencia del país, fue teniente
veterinario de la uardia Rural, pero se retiró hacia 1909, cuando se hicieron
más notorias que nunca, desde el establecimiento de la República , la iniquidad y
la preterición en que vivía la raza negra, en Cuba.
Así, inmediatamente después de la fundación del
Partido de los Independientes del Color (PIC), ingresó en esa colectividad, de
la que llegó a ser presidente de la Asamblea Provincial
de Oriente.
Fue una verdadera guerra la que promovió el Partido
Liberal contra el recién nacido PIC, y a ella se agregó la aprobada enmienda o
ley del senador negro Martín Morúa Delgado, que, en mayo de 1910, prohibió el
referido partido racial –so pretexto de procurar el mantenimiento de la unidad
social cubana-, pero que no tocó, para nada, ni las instituciones sociales, ni las
disposiciones, reglas y costumbres racistas en el país; campaña, en fin, a la
que se unieron todos los elementos en la Isla de fóbica conciencia antinegro.
Presionados por muchas situaciones adversas contra el
negro y contra el PIC, enrarecido el ambiente por una propaganda tan intensa
como falaz contra ellos, cayó el partido en la trampa de irse al monte (mayo de
1912).
“Más para presionar políticamente que para hacer la
guerra al gobierno”, dijeron a José Bacardí Lay, en entrevista exclusiva, el líder principal del
movimiento Evaristo
Estenoz, comandante (EL) y presidente del PIC, y el coronel (EL) Pedro Ivonet, general de división de los alzados, y publicada por el periódico El Cubano Libre.
Pero el gobierno del general José Miguel Gómez –en
verdad interesado en aniquilar a los dirigentes y potencialidades de este
movimiento-, sí hizo la guerra.
Tras varios encuentros de saldos inciertos –siempre
manipulados por las fuerzas gubernamentales-, los jefes del ejército regular
del país se lanzaron a la caza de los principales líderes del movimiento,
especialmente de Evaristo Estenoz, y del general de división del Ejército
Reivindicador, Pedro Ivonet Doufort, a quien, aislado, enfermo y hambriento,
pudieron capturar vivo.
Los capitanes Aranda, sus captores, lo condujeron a
la finca El Carmen (Caney), y dieron a aviso al Cuartel Moncada, desde donde,
con órdenes evidentes de asesinar a Ivonet, enviaron al capitán Arsenio Ortiz,
quien quiso adueñarse del prisionero y de su ayudante, Francisco Céspedes, y a
lo que se opusieron los citados Aranda, quienes exigieron una orden escrita del
mando superior; algo que obtuvo rápidamente el teniente Ortiz, quien -ya dueño
de los dos prisioneros- los asesinó a ambos, a la altura de El Rodeo, cerca de
El Caney, el 18 de julio de 1912.
Al ser asesinado, Pedro Ivonet Dofourt contaba52 años
de edad; dejó viuda a la señora Silvina Lujó, y huérfanos a pequeños dos hijos.
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