Sobre una
superficie de unos 300 metros cuadrados ,
poco más o menos; justo en un recodo de la antigua y siempre populosa Calle de
las Enramadas (que aún nadie nombra por su designación oficial: José A. Saco),
entre las señaladas otrora como Calle de la Carnicería (hoy Pío
Rosado) y la de San Bartolomé (Quintín Banderas), con el segmento de fondo del
Callejón del Carmen; en fin, en uno de los puntos más céntricos que pudieran
señalarse en la ciudad, se halla este animado y sombreado recinto de Santiago
de Cuba…
Parquecito Serrano, Santiago de Cuba. |
Fueron unos
130 años de caracterizada actividad comercial, de carne y de sangre, que quizás
otro gobernador, Juan Barón de Chávez, creyó ver similitud en el nuevo empleo
que él dio a aquel señalado sitio en 1700, al que rebautizó entonces como
“Plaza de la Picota ”,
destinado para escarmentar a los negros esclavos de la ciudad, a los díscolos o
rebeldes, que allí sufrían el suplicio del cepo, de los latigazos, o el
horripilante castigo de las mutilaciones de manos y -¿quién sabe?- hasta de
alguna que otra cabeza, a fin de castigar “sus faltas”.
Corrieron
otros 161 almanaques, el país respiraba aires de ciertas reformas –Santiago de
Cuba las sentía desde principios de la década de 1850, con el gobernador Carlos
Vargas Machuca-; se vivía la euforia, en cuestión, del tercer año como capitán
general y gobernador general de la
Isla del Duque de la
Torre , general Francisco Serrano, quien concurrió a Santo
Domingo en ocasión de “reintegrarse” dicho territorio al reino español, por
decisión del propio gobierno dominicano, lo cual desataría allí cruenta guerra
liberadora.
El
Ayuntamiento de Santiago de Cuba, sabedor de la presencia del gobernante
colonial en la vecina isla, decidió enviar una comisión, presidida por Hilario
Portuondo Bravo, marqués de las Delicias de Tempú, para invitar al general
Serrano a visitar la capital del Oriente cubano a su regreso, lo cual verificó
este, justamente en aquel año de 1861, y así, en señal de reconocimiento –para
unos-; de bochornosa adulación, para otros, se le rindió el honor al gobernante
colonial de bautizar la célebre plaza de la ciudad con el nuevo nombre de
Parque Serrano, por el que aún lo llaman casi todos los santiagueros, no
obstante haber sido oficialmente designado con uno más digno y a propósito,
desde 1927 –en tiempo del alcalde Desiderio Arnaz-, como Parque Labra, pero
cuyo monumento central,
erigido en 1950, hace justicia mayor: con una pareja de
negros, que sale del pedestal, rompiendo las cadenas, con una criatura alzado
sobre sus brazos –todo en señal de la libertad-, coronado con los perfiles, en
alto relieve, de los tres que más lucharon por la abolición de la esclavitud en
Cuba y España: Rafael María de Labra, Miguel Figueroa y Juan Gualberto Gómez;
que más lucharon contra esa horrenda institución –precisemos- dentro de la
legalidad española, porque los que más lo hicieron, absolutamente, fueron aquellos
que enarbolaron la causa desde la manigua y la emigración, sin duda…
Monumento central, Parque Serrano. |
En 1958, y
después del triunfo de la
Revolución , el parquecito ha sido remozado y muchas veces
engalanado por muy diferentes ocasiones, y hoy es sede del solaz de algunos
viejecitos, que ven desde allí –en sus anécdotas y charlas- las películas de
sus propias vidas; asiento de juegos de mesa (dominó, dama y ajedrez), así como
también de no pocos vendedores de baratijas; recodo de no pocas citas amorosas,
ambiente palpitante, reliquia valiosa de mi ciudad…
No hay comentarios:
Publicar un comentario