La
respuesta que faltaba…
Cuatro
interrogantes expusimos sobre la deposición de Carlos Manuel de Céspedes y del
Castillo como presidente de la
República de Cuba en Armas, el 27 de octubre de 1873; esto
es: ¿fue legal?, ¿fue legítima?, ¿fue conveniente? y ¿acató Carlos Manuel
humildemente aquella decisión en su contra?
Las tres
primeras tuvieron contestación sucinta –en conforme el espacio de que
dispusimos en el papel periódico del semanario Sierra Maestra-; no así
la cuarta, que dejó cierta frustración en algunos lectores y, a la vez,
estimuló su interés por saber…
He oído a
varios historiadores de renombre decir sentenciosamente que sí, que Céspedes
aceptó inmediatamente aquella resolución, resignado a cumplirla de modo cabal.
La realidad
parece opugnar tal criterio, a tenor no sólo de lo que dice el legislador
insurrecto Jesús Rodríguez (de los que votaron en contra del Padre de la Patria en Bijagual aquel
aciago día), sino, también, una carta del mayor general Calixto García Íñiguez,
a la sazón jefe de las fuerzas mambisas de Oriente, en la que rechaza
proposiciones del ex presidente para realizar un escrutinio sobre el acuerdo de
la camara.
Según
Rodríguez, dos o tres horas después de la destitución, él recibió un
“manifiesto al Pueblo y al Ejército”, suscrito por Céspedes, en el que este
expresaba su temor a ser depuesto, y les pedía “expresasen su voluntad para
obedecerla”.
Y agrega
que, tras ser depuesto del cargo, “preparaba otro manifiesto, en igual sentido,
lo que no completó, cuando Fernando Figueredo le dijo de la adquiesencia [sic]
de ambos [pueblo y ejército]”.
La misiva
del general García al Héroe del 10 de Octubre, fechada en el propio Bijagual,
el mismo 27 de octubre de 1873, comienza diciendo:
“Estimado
amigo:
“He
recibido su carta fecha de hoy, junto con el manifiesto y documento a que ella
se refiere, en los momentos en que el C. Salvador Cisneros Betancourt me pasa
un oficio comunicándome que la
Cámara de RR. en uso de las facultades que le confiere la Constitución de nuestro
país, ha depuesto a V. del cargo de Presidente de la República , confiriéndole
a él, en calidad de interino, el referido cargo”.
Tras evadir
todo comentario sobre ese acuerdo, le agrega, sin embargo: “[…] no podría
examinar y juzgar este hecho, al presente, con los datos y el detenimiento que
su importancia exigen”, y anuncia a Céspedes su resolución de acatarlo, como “militar
que ha jurado obediencia a los poderes constituidos y como patriota que odia
toda perturbación, y anhela ardientemente el orden y la unión, como garantías
indispensables para conquistas y afianzar nuestra libertad.”
Se dice
atento sólo a las necesidades de la campaña militar y alejado de la política,
y, directamente al grano, le añade: “Contestando ahora su atenta carta,
referente a hacer público el manifiesto y el documento que me acompaña, con el
objete de ilustrar al Pueblo y al Ejército de la verdad, para que ellos
manifiesten si quieren que V. continúe ejerciendo el cargo de Presidente, voy a
manifestarle mi opinión con la misma franqueza que he usado siempre.
“Creo que
no hay motivo para que Carlos Manuel de Céspedes deje de considerarme su amigo,
y procedo en consecuencia: _
“Me parece
que la aludida manifestación es innecesaria, supuesto que tiene por objeto
conocer la opinión del Pueblo y del Ejército sobre asunto arriba indicado,
siendo así que ya la ha[n] emitido por conducto de sus legítimos
representantes.
“Lejos de
mí la idea de que pudiera ese manifiesto encerrar otros propósitos, y creo
firmemente que si V. hubiera tenido conocimiento del último acuerdo de la Cámara en tiempo oportuno,
lo hubiera acatado, y guardado los precipitados documentos, esperaría una
situación normal y tranquila para presentarse ante el pueblo a exponer todos
los actos de su Administración, y a descargarse de las sanciones que por ellas
pudiera haberle dirigido la
Representación Nacional.
“Nada más
natural, pues, que yo devuelva V. estos documentos sin darles la publicidad que
me indica.
“Reflexiónelo
un poco y me lo agradecerá, porque nada le demuestra a V. tanto la sincera
estimación que le profesa su afmo., igual amigo y h (letra seguida de los tres
punto en triángulo de la masonería) C. G. Íñiguez”.
En estos
renglones, en efecto, hay contestación esencial a la pregunta de marras; aunque
–tal vez- en el manifiesto y documentos de Céspedes citados, se halle mucho
más…
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