El 122 aniversario del 10
de abril de 1892
No es
exagerado decir que -a excepción de José Martí, quien vio desde el principio su
utilidad como instrumento básico en la preparación de la nueva guerra- los
fundadores del Partido Revolucionario Cubano (PRC) miraron su nacimiento con no
poca cautela…
Efectivamente,
primero, a todas luces, pensaron la organización que intentaban crear; luego –es
notorio- consensuaron el proyecto; más tarde –a fines de diciembre de 1891-,
invitaron a Martí – a la sazón, el propagandista revolucionario más
sobresaliente de la emigración cubana y destacado líder de esta en Nueva York,
quien es probable, también, que no sólo haya comulgado con la idea, sino que la
haya propuesto a sus anfitriones- para reunirse con él en Cayo Hueso (Key
West), y que incluyó a la gente de Tampa e Ybor City.
Juntos, perfilaron
pormenorizadamente las ideas sobre el partido, y tomaron la decisión de darle a
tan significativa personalidad del exilio el encargo de redactar las bases y
estatutos de la nueva formación política, que Martí cumplió cabal y
estupendamente, con el agregado de su indiscutible genialidad.
Nacido el 5
de enero de 1892, realmente, el PRC no tuvo una existencia oficial, sin
embargo, hasta tiempo después de su creación, y, lógicamente, tampoco había
logrado suplantar por entonces a otras entidades –incluidas las integradas por
gran parte de los fundadores del citado partido, como el caso de Club Luz de
Yara- en la dirección de los trabajos revolucionarios en el interior y en el
exterior de Cuba, con vistas a los preparativos de la nueva empresa bélica en la Isla.
Así fue:
nueve semanas más tarde de su fundación, exactamente el 28 de marzo de 1892, el
Consejo General de presidentes de consejos de clubes revolucionarios de Cayo
Hueso, Tampa e Ybor City, acordó que la proclamación del Partido Revolucionario
Cubano y de su Delegado y Tesorero fuese el 10 de abril de aquel mismo año; o
sea, en el 23 aniversario de la
Asamblea de Guáimaro y de la primera Constitución republicana
de la Isla ,
anunciando así –de paso- los propósitos democráticos de la revolución cubana,
continuadora de la de 1868.
La decisión
del Consejo incluyó, asimismo, enviar a Martí, en Nueva York, el texto de ese
acuerdo, el cual se mandó con la expresa conformidad de José Dolores Poyo y
Teodoro Pérez.
El 8 de
abril, en las tres citadas localidades floridanas se celebraron las elecciones
para elegir al Delegado y al tesorero del PRC. Martí sumó los 13 votos para el
máximo cargo, y Benjamín Guerra 12, para el segundo, puesto que Félix Fuentes
obtuvo 1 voto a su favor.
En otras
comunidades cubanas en los Estados Unidos, igual Martí y Guerra resultaron
electos para Delegado y tesorero del PRC, y, en efecto, el 10 del mismo mes,
fueron proclamados la existencia del nuevo partido y de sus dos principales
directivos, máximos coordinadores de la labor de recaudar fondos, adquirir
armas, pertrechos, alquiler de buques para futuras expediciones armadas a la Isla , organización de su
filial dentro de Cuba, a partir de los comités ya existentes, y la propaganda
en el interior y en el exterior de la
Isla , para reivindicar el derecho de los cubanos a luchar por
su independencia de España y su plena soberanía como pueblo, como Estado, como
país…
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