En la
célebre biografía Antonio Maceo: apuntes para una historia de su vida, de José
Luciano Franco, se advierte una especie de espacio vacío en la vida de este extraordinario
jefe insurrecto, desde el 18 de mayo hasta octubre de 1876, en el que su
accionar político-militar parece nulo.
Y
aunque una cronología sobre los combates librados por el heroico general Maceo en
la Guerra de los Diez Años, le atribuye un combate en Jiguaní, el 18 de junio
de dicho año, que no ocurrió, y se menciona la acción verdadera de Cayo Rey,
con fecha 20 de julio de 1876, lo cierto es que, desde agosto hasta octubre de
1876, jefes y oficiales libertadores de otras fuerzas, se preguntaban con
extrañeza y preocupación: “¿dónde estará el Gavilán?”; señal de que, para esa
fecha, muy pocos sabían el paradero de Maceo.
La
respuesta a tal interrogante se puede hallar en el pésame (inédito) que le
enviara Pedro González Balón a María Cabrales, en 1897, por la muerte del gran
libertador cubano...
En el
escrito, efectivamente, “Pitipié”, entre
otras anécdotas muy interesantes sobre el héroe desaparecido, le revela a María
detalles de un suceso, en el que Maceo cayó aparentemente muerto, así como
detalles de su salvamento, en un combate que fue parte de una serie de acciones
de este jefe, con su temeraria escolta, su no menos aguerrido Estado Mayor y
una veintena más de hombres de caballería, frente a 5 000 españoles, bajo el
mando de los generales Francisco María de Borbón, primo del Rey español Alfonso
XII, y, Sabas Marín, gobernador de Santiago de Cuba, que –según González Balón-
se libraron, inicialmente, entre el 20 y el 24 de julio de 1874.
Al otro
día; o sea, el 25 de julio, dice Pitipìé: “[…] después de batir a la columna
del Borbón durante 5 horas, se oyó tiros a retaguardia, con peligro para la
caballería. Maceo se lanzó sobre la infantería española. Allí le hicieron una
descarga, callendo [sic] muerto. Lo recogió su hermano Tomás. Tenía 6 heridas.
Después de haber andado 20 varas, dio señales de vida […]”
PRIMERO,
LO PRIMERO…
Obra a
favor de la certeza de la narración de González Balón, saber que este personaje
fue miembro de la escolta de Maceo, a la que ingresó siendo muy joven, y en la
que ganó el grado de teniente; que fue afecto del sobresaliente general cubano
y de toda su familia, con quienes compartió vida tanto en la manigua cubana
como en la emigración; así como el hecho de que apenas pasaba de los cuarenta
años de edad, cuando escribió su sentida carta a María Cabrales, lo que aleja
la sospecha de pérdida de memoria y, por ende, de confundir, de bulto, en su
versión, un hecho con otro, aunque sí trastrocó la fecha, al indicar julio de
1874, cuando Maceo y Pitipié estaban en Las Villas, por lo que debió ser un lapso.
¿OCURRIERON
REALMENTE DICHOS COMBATES?
La
pregunta es pertinente, y la respuesta, a todas luces, es afirmativa. Primero,
en las Crónicas de Santiago de Cuba, de Emilio Bacardí, se noticia la llegada a
Santiago de Cuba del general Francisco María de Borbón, en febrero de 1876, y
su posterior partida a operaciones con el también general Sabas Marín,
gobernador militar y civil del departamento; única etapa en la que ambos pudieron
emprender empresa conjunta, puesto que, antes, Borbón no había llegado nunca,
al menos, a la comarca oriental en tiempo de la guerra, y porque, después, no
lo estaba Sabas Marín, trasladado a la capital, en el último trimestre de ese
mismo año 76.
Pero,
además, de tal operación da cuenta la hoja de servicios del general español
Fidel Santocildes, la cual resalta su participación en los combates de Cayo
Rey, Sabana de San Juan, San Felipe y Hato del Medio, en 1876, bajo las órdenes
del general Sabas Marín.
Otras
fuentes cubanas aportan elementos coincidentes con la versión de Pitipié; tales
como: los “Datos biográficos” publicados en Epistolario de Héroes,
la obra de Gonzalo Cabrales, en cuyo espacio se habla de una acción con
infantería y caballería en el potrero de Mejía, el 5 de mayo, donde Maceo –aquí
vienen las coincidencias con la narración de González Balón- recibió seis balazos,
cayó muerto, recogido por su hermano Tomás y escoltas, y llevado a un lugar en
que se disponían a enterrarlo, donde le vino un borbotón de sangre por la
herida, y que volvió en sí…; relato este, pues, similar al de Pitipié, y sólo refutable
en cuanto a fecha y lugar, ya que, el combate de Potrero de Mejía fue el 12 de
mayo de 1877, cuando ni Sabas Marín ni el Borbón estaban en la comarca oriental,
pero que sí lo estaban cuando ocurrieron los otros combates que por los mismos
días reseña el autor; es decir: Sabana de Hato del Medio, “contra Sabas Marín y
5 000 hombres de las tres armas, con duración de 8 días”.
Otra
síntesis biográfica sobre el General Antonio –e incluida en los Papeles de Maceo,
de la Academia de la Historia de Cuba (1945)-, señala que “Maceo provocó a los
españoles en una serie de sangrientas batallas, en actitud temeraria, en San
Felipe, Barigua, Hato del Medio, Sabana de Miranda y Cayo; en esta última casi
pierde la vida Maceo, porque mientras se esforzaba en provocar al jefe de las
tropas españolas a un combate singular, recibió un balazo en el pecho, que lo
atravesó de parte a parte […]”, y que permaneció varias semanas entre la vida y
la muerte.
Aunque
el relato difiere, primero, en quién lo recogió al caer del caballo (este dice
que fue el entonces teniente coronel y ayudante Miguel Santa Cruz Pacheco,
quien, también, lo sacó del área de combate), y, segundo, en el agregado de que
la intervención del coronel Mayía Rodríguez permitió a Pacheco sacar de allí el
cuerpo del brigadier Maceo, no hay duda de que refuerza la credibilidad de la
versión de Pitipié, no obstante cierta tendencia a aparentar el suceso con el
combate de Mangos de Mejía, ocurrido el 6 de agosto de 1877, en el que Maceo,
igual, recibió heridas múltiples, que lo pusieron al borde la muerte, tuvo que
ser sacado de campo de batalla en forma parecida y convaleció por varias
semanas en lugar oculto.
Con
otros detalles distintos, pero situando la acción en la trocha construida por
Sabas Marín en la jurisdicción santiaguera, a partir de 1874, y, por tanto,
después de ese año, está el relato de quien fuera secretario de Maceo en los
años 85-86, José F. Echeverría, quien habla de cómo el brigadier, con un grupo
exiguo de hombres, peleaba herido frente al enemigo, y de cómo, en un momento
dado, fue prácticamente fusilado desde un fuerte; también, de cómo su caballo solo
lo retornó al campamento, de su desplome allí, frente a su hermano José y de otros
hombres, que lo dieron por muerto, y de cómo un sargento que, al desvestirlo,
notó once heridas, de una de las cuales manaba sangre espumosa, indicativo de que
aún vivía, y de tres meses de convalecencia, entre la vida y la muerte. O sea:
coincidencia en lugar, tiempo y temeridad de la acción, en cuanto a heridas
múltiples, en la aparente muerte, en la señal de vida que entonces dio Maceo y de
la larga y difícil recuperación, justo tres meses.
Es imposible
que, sabedor de que María estuvo vinculada estrechamente a los sucesos
inmediatamente posteriores a Mangos de Mejía y, por tanto, conocedora de los
pormenores de esa acción, Pedro González Balón le narre a la viuda de Maceo un
episodio que ella harto conocía, y de que este hombre, lúcido a lo largo de
toda su narración, que narra con precisión esos combates y jefes enemigos
exactos –cual se ha comprobado- haya olvidado el marco de un suceso que tanto
les conmovió.
Pero,
fuera de él, otros dos acontecimientos favorecen la veracidad de su versión: el
hecho de que fue, hacia esas fechas, cuando ocurrió el episodio en que se relata
cómo Mariana echó de alrededor del cuerpo exánime de Maceo a las mujeres
llorosas, mandó a buscar a Brioso, médico del general Maceo, y mandó a Marcos,
recién cumplidos los 16 años de edad, en mayo, a tomar su puesto de combate,
como lo había hecho con Tomás, al cumplir este los 16, y haber caído Miguel.
El otro
hecho reafirmativo fue la secretísima Invasión a Baracoa, todo un mes, a través de
la selva virgen de Sagua de Tánamo y Moa, para caer sorpresivamente sobre
Sabanilla, el 24 de diciembre, y, de inmediato, atacar la Ciudad Primada, y
retar al general Borbón, sito allí, a quien derrotó humillantemente, en los
primeros días del nuevo año 77, a la vista del pueblo, en justa revancha.
Porque, para Maceo -cual lo demostró varias veces-, era cosa de honor no quedarse
dado…
Pienso que este trabajo es una joya de la historiografia cubana, como muchos otros que usted ha publicado, muestra de la seriedad, exactitud y veracidad de sus investigaciones, que lo colocan como uno de los mas importantes historiadores de las Guerras de Independencia.Felicitaciones Sr Mourlot
ResponderEliminaral leer estas paginas admiro el esmerado trabajo investigativo realizado que deja an la luz publica la odisea de un heroe de la lucha por la independencia de mi pais y que hoy pocos ciudadanos de Cuba conocen por la total ideolizacion idilica de nuestra historia patria
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