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domingo, 8 de diciembre de 2013

Otra herida desconocida del general Antonio Maceo

En el 117 aniversario de la caída en combate del
general Antonio Maceo Grajales



De los hombres grandes de nuestra historia, de aquellos de quienes creemos conocer más, a veces, el estudio detallado de sus vidas nos sorprende con algunas novedades; unas más trascendentales que las otras; pero todas importantes, porque  -a decir lo menos- siempre enriquecen aspectos puntuales de sus biografías.

Un ejemplo claro, al respecto,

jueves, 10 de octubre de 2013

145 aniversario del Grito de Independencia




Aquel grito fundó el verdadero
altar patriótico de los cubanos


No se llega al colmo de las frustraciones de un pueblo, sin que sus mejores hijos consuman la paciencia, y se lancen, resueltos y ardorosos, a conquistar el futuro de la patria. Tal fue lo ocurrido aquel 10 de octubre de 1868, en que 33 valientes, encabezados por el licenciado Carlos Manuel de Céspedes y Castillo, lanzaron el primer Grito de Independencia de Cuba…
Historia, hasta aquella fecha, de despojos, de desprecios, de iniquidades, de poderes omnímodos de los capitanes generales, de censuras, prisiones, garrotes y destierros, a duras penas soportados, por la sola esperanza de ir remedando, poco a poco, los cimientos y las formas de un régimen despótico y corrupto; historia, en fin, de aspiraciones nunca logradas, de promesas jamás concretadas, de sueños y engaños.
Querían los cubanos –en apreciable mayoría- vivir bajo el imperio de las leyes liberales que regían la existencia en la Metrópoli; querían gobierno autonómico propio, para promover tributaciones justas, que no esquilmaran sus producciones y economías; querían una solución aceptable al problema de la esclavitud; querían, habidas las cuentas, sólo una porción de sus indiscutibles derechos.
De espalda a tales reclamos, la Corona española –después de embelesar a los cubanos con la aceptación de una Junta de Información, que entonces pareció promisoria de liberalidad- les dio el retorno al más rancio poder centralizado y de mano dura, con la rehabilitación de los juicios de las Comisiones Militares; les sumó imposiciones más abusivas,  más onerosas, al punto de provocar mar de quiebras entre los hacendados criollos, y les “regaló” la pervivencia de la oprobiosa esclavitud.
Fue la cota máxima de injusticia, humillación y escarnio, que los cubanos permitieron al poder colonial, tras la disolución de la célebre junta, en los primeros meses de 1867: llovieron las disidencias y las conspiraciones, a lo largo y ancho de la isla mayor de nuestro archipiélago…
Bayamo, bajo el liderazgo del acaudalado Francisco Vicente Aguilera Tamayo, y los abogados Francisco Maceo Osorio y Pedro (Perucho) Figueredo Cisneros, fue el punto más febril, donde se constituyó el primer comité revolucionario de esos tiempos, para hacer la plena separación cubana de España, en julio de 1867. De allí salieron emisarios a varios puntos del país: a Las Villas, al Camagüey, a Holguín y a Santiago de Cuba, y pronto se estructuró –allí mismo- la Junta Revolucionaria de Oriente, bajo la dirección de esos tres próceres citados, la cual sostuvo contactos con patriotas de otros lares y reuniones conspirativas con representaciones diversas de esos sitios.
La revolución independentista era ya un hecho en la mentalidad de la parte más activa, más decisiva del pueblo. Masas de liberales-autonomistas –incluidos muchos personajes sobresalientes de dicha corriente- se convirtieron, de hecho, en separatistas, y sólo faltaba, a la sazón, los medios y fechas para hacer la guerra a los colonialistas.
Para precisar los más importantes detalles del movimiento, se realizaron numerosas juntas (reuniones), a partir de la de San Miguel del Rompe, seguida de la de finca Muñoz y en el Tejar, entre otras de mayor carácter  organizativos, y las muy apremiantes –ya en octubre de 1868- como fueron las de El Ranchón, Finca El Rosario, Sabanazo, Mijial, Buenaventura y San Miguel de las Tunas.
No fue nada fácil llegar a acuerdos generales; porque, en el trance de hallar solución, aparecían las dudas, las desavenencias, las prevenciones.
He ahí la trascendencia del rol que asumió Carlos Manuel de Céspedes, quien –a despecho de no ser el jefe de la conspiración, ni el líder en propiedad de todos los complotados- lanzó el grito de independencia patria, en aquella fecha que hoy todo cubano recuerda.
Acto calculado, de cierto, por el ilustre patricio, pues, Céspedes contó con el casi seguro apoyo de algunos cubanos, prácticamente alzados en armas, no solo en Manzanillo, sino también en Tunas y Holguín; así como también con la muy posible adhesión de hombres tan resueltos a tomar las armas desde ya, como eran los casos de Donato del Mármol, Perucho Figueredo, y aun el propio Francisco Vicente Aguilera, hombre desinteresado, patriota e independentista a toda prueba.
Asimismo, igualmente seguro que contó con el momento propicio, aprovechando la revuelta republicana en la Península y el Grito de Lares, en la hermana y cercana Puerto Rico, acontecimientos de los cuales –es cosa probada- tuvo noticias previas a su levantamiento en el ingenio Demajagua.
Que no todos aceptaron el gesto de Carlos Manuel y de los manzanilleros: cierto; que, incluso, provocó discordias que duraron hasta el fatídico 27 de octubre de 1873, cuando este fue destituido por la Cámara de Representantes; cierto, también. Mas, aquel heroico alzamiento y la gloriosa declaración de independencia de Cuba, que dio pábulo a aquella gesta de casi diez años; aunque no nos trajeron la independencia ni la libertad anheladas, en esa campaña; alcanzaron, sin embargo, el mérito indiscutible de fundar el primero entre los más genuinos altares del patriotismo cubano, sin el cual hubiese sido impensable –al menos, así como aconteció- el resto de nuestra digna historia patria…

 

domingo, 1 de septiembre de 2013

De una carta -¿inédita?- de Luperón a Miguel Aldama


Cuba: en las cavilaciones del Padre del Antillanismo


Corría ya la última semana de mayo de 1870. Los dominicanos  recién habían concluido el segundo aniversario de la llegada al poder  –cuarta ocasión de las 5 que en total lo asumió- de Buenaventura Báez  [Azua (RD) 20/10/1812- P. Rico, 14/3/1884].
El ex comerciante y ex acalde de Azua estaba inmerso en la despreciable tarea no solo de entronizar su tiranía, sino de entregar la soberanía de su país a los Estados Unidos y, consecuentemente, reprimir  ferozmente a todos aquellos patriotas opuestos a tales designios, antes quienes abrió tres claras perspectivas: la fosa, la celda o el exilio…
Escapado de la muerte y de la cárcel, Gregorio Luperón, uno de los héroes de Capotillo y de la Restauración Nacional; uno de los padres en ciernes del Antillanismo, había pasado a Cabo Haitiano y, de allí, a Grand Turk, donde -además de obrar por liberar a Quisqueya  de tan pernicioso mandatario- sufría los duros momentos por lo que pasaba la revolución independentista de Cuba, bajo la tremebunda política del Conde de Valmaseda, desde 1869, que fue combinación criminal de una ofensiva despiadada de sus fuerzas militares contra las zonas insurrectas, la expulsión de la población campesina de sus áreas de residencia y de cultivo, confiscación de bienes masivos a infidentes y asesinato de numerosos  grupos de personas comprometidas o no con el movimiento emancipador.

Una misiva aparentemente inédita de Gregorio Luperón



Del héroe de Capotillo y de la Restauración Nacional
a Miguel Aldama...



Grand Turk, mayo 24,1870
C. Miguel Aldama
Presidente Junta Cubana de New York
Respetable Sr.:

jueves, 13 de junio de 2013

El general Antonio Maceo y sus heridas desconocidas

168 aniversario del natalicio de Antonio Maceo




En la célebre biografía Antonio Maceo: apuntes para una historia de su vida, de José Luciano Franco, se advierte una especie de espacio vacío en la vida de este extraordinario jefe insurrecto, desde el 18 de mayo hasta octubre de 1876, en el que su accionar político-militar parece nulo.
Y aunque una cronología sobre los combates librados por el heroico general Maceo en la Guerra de los Diez Años, le atribuye un combate en Jiguaní, el 18 de junio de dicho año, que no ocurrió, y se menciona la acción verdadera de Cayo Rey, con fecha 20 de julio de 1876, lo cierto es que, desde agosto hasta octubre de 1876, jefes y oficiales libertadores de otras fuerzas, se preguntaban con extrañeza y preocupación: “¿dónde estará el Gavilán?”; señal de que, para esa fecha, muy pocos sabían el paradero de Maceo.
La respuesta a tal interrogante se puede hallar en el pésame (inédito) que le enviara Pedro González Balón a María Cabrales, en 1897, por la muerte del gran libertador cubano...

jueves, 11 de abril de 2013

Guáimaro: reflejo de prevenciones y conflictos

-->A 144 años de la primera Constitución de Cuba 

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Pareciera que aquel trascendente acontecimiento fue resultado solo de conversas y convenciones fructuosas y felices. Y sí, esa ha sido la visión de larga data con que se dibujó nuestra insurrecta asamblea fundacional, desde el acta misma del evento –divulgada por el constituyente José María Izaguirre-, en la que se refleja el nacimiento oficial, en los llanos de Guáimaro (Camagüey), de la república democrática cubana.
Más allá de las emotivas anécdotas narradas en esa memoria sobre ese extraordinario suceso, que algunos han visto únicamente como la fórmula adoptada para acentuar los esfuerzos con que obtener del gobierno de los Estados Unidos el reconocimiento de nación beligerante, con la consiguiente ayuda material y diplomática, entre otros posibles beneficios; más allá de tal verdad, es igualmente cierto que, detrás de tan edulcorada y reductora versión, se soslaya que Guáimaro fue un parto sin fórceps, pero largo y trabajoso; una creación muy anterior a aquellas tres fechas (10, 11 y 12 de abril de 1869) de tan intensas –y no pocas veces tirantes- sesiones, con las cuales no solo se materializó el ideal de buena parte de los protagonistas de dicha Constituyente, sino, también, en las que hallaron desenlace legal, al fin, dos urgentes alternativas de la joven revolución. A saber: dictadura o democracia, y predominio oriental o del campo rebelde restante, liderado por el Camagüey…

viernes, 15 de marzo de 2013

Idus de marzo de 1878

La protesta que conmovió al mundo


Sin partir del Zanjón es imposible llegar a la comprensión de la Protesta de Baraguá, porque aquel acto de claudicación –resumido en el acuerdo del 10 de febrero de 1878- fue la causa inmediata del legítimo proceso de rechazo de eso que fue, sin tapujos ni eufemismos, rendición incondicional de las armas villareñas y camagüeyanas ante el enemigo, solo contrariada allí Ramón Leocadio Bonachea y su partida de centenar y medio de hombres y -si se quiere, también- por la disposición de continuar la lucha en unos poquísimos jefes agramontinos, que, al cabo, acataron el voto negativo de la aplastante mayoría para cejar en la lucha…
DE LA VICTORIA A LA VISTA HASTA EL ZANJÓN
Pero es que tampoco se puede entender cómo fue factible el Zanjón, sin tenerlo en cuenta como culminación exitosa de la estrategia empeñada por el general Arsenio Martínez Campos en su retorno a la Isla, esta vez devenido jefe supremo del ejército español en campaña, desde el 3 de noviembre de 1876...

viernes, 22 de febrero de 2013

Verdad…, eso fue lo que sucedió en esas jornadas

Al César, lo que es del César; a Guillermón, lo… de Guillermón

 
El 24 de Febrero no fue lo que sus organizadores concibieron, ni lo que, hasta último momento, creyeron…
Planificaron encender la Isla con un levantamiento armado general, con lo que debía comenzar una guerra formidable (masiva, civilizada y rápida) que diera al traste con 400 años de coloniaje, y para lo cual se constituyeron juntas o comités revolucionarios provinciales y municipales en prácticamente todo el país.
Sus objetivos eran: captar y enrolar a cuantos hombres y mujeres fueran partidarios de la independencia cubana y estuvieran dispuestos a materializarla con las armas en la mano; allegar armamento, parque y todo tipo de vituallas, organizar las partidas que debían protagonizar –simultáneamente, en toda la geografía nacional- el grito separatista, y esperar el desembarco de los grandes jefes veteranos del mambisado, a quienes esos mismos organizadores tenían la misión de armar, embarcar y poner, con sus pequeñas fuerzas acompañantes, en puntos escogidos por esos adalides militares en las costas de Cuba.
¿La verdad? El saldo de aquellos planes fue frustrante y, en algún que otro lugar, trágico…Veamos si no:

jueves, 7 de febrero de 2013

La junta que salvó entonces la joven Revolución del 68

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Tacajó: 8 de febrero de 1869

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Aunque la historiografía nacional la trata como un hecho anecdótico, a lo sumo: como un suceso que marcó la reafirmación de Carlos Manuel de Céspedes como jefe de aquella primera campaña separatista en La Mayor de las Antillas, la Junta de Tacajó –aquella reunión del 8 de febrero de1869, en la que se dieron cita los jefes más acreditados de la recién nacida revolución- fue infinitamente más que eso…