Cuba y sus héroes
Trágica
coincidencia esa: ante el súbito pelotón, seguramente pensó –entre innumerables
cosas que pasaron por su mente- que, precisamente, iba a morir la víspera de su 38 cumpleaños…
Con todo, nunca
pareció perder el control; no se mostró acongojado, ni arrepentido. Antes bien -muy
correspondiente con su condición de “librepensador y sin religión”-, rechazó la
última confesión, y en consonancia con su historia y su fama de hombre
valiente, asumió los fogonazos con el grito de “¡Viva Cuba libre!”