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lunes, 27 de noviembre de 2017

Breve tributo a los 8 estudiantes de Medicina fusilados por los españoles



Aquel execrable hecho en palabras de Céspedes, Martí y en Maceo

Mariana Grajales Cuello



Una genuina heroína de la retaguardia
mambisa, de la insurrección cubana


Tres o cuatro años después de iniciada la Revolución del 68, eran mínimas –por no decir que prácticamente no había- las familias de importantes jefes insurrectos en la manigua cubana.
Es parte terrible de nuestra historia: unas perecieron enteras de hambre y enfermedades como el cólera morbo, y, sobre todo, a manos de salvajes oficiales españoles y de guerrilleros criollos al servicio del régimen, que las masacraron con inenarrable sevicia. No pocas –es verdad- tuvieron menor mal, al caer prisioneras de jefes enemigos que, malos tratos aparte, les respetaron la vida. Las más, se presentaron al adversario en los pueblos y ciudades, al no poder soportar el hambre continua, los desafíos cotidianos de la exigentísima vida en el monte rebelde, por la desesperanza y por no encontrar provecho alguno a su permanencia en ese medio que, con frecuencia, solía parecer un infierno.