José ante el enemigo y la hostilidad de los
propios
No hubo vida tranquila para el general José
Marcelino Maceo Grajales; ni en los días de rudas labores agrícolas y fechas
rumbosas de su primera juventud, ni, menos aún, desde que debutó como revolucionario
en septiembre-octubre de 1868…
No la hubo, tampoco, tras su segunda y definitiva
fuga de la prisión del Castillo de Mola (o de la Mola) hacia Tánger (Argelia),
el 22 de octubre de 1884, que lo llevó a Francia y, en noviembre de ese propio
año, a los Estados Unidos, donde su hermano, el general Antonio Maceo Grajales,
y el general Máximo Gómez, como figura principal del movimiento, pocos días
atrás, fundaron en Key West la secreta Convención Cubana, a fin de promover el
apoyo a su proyecto revolucionario, y, luego, desde Nueva York, dieron curso a
lo que, en el ámbito de la emigración anticolonial cubana, se denominó Plan
Gómez-Maceo.
Fue directo:
de la prisión extremadamente dura en España, a la conspiración por la libertad
de Cuba, tan pronto pisó la llamada Gran Manzana, en noviembre del mismo año
84, como si fuera el llamado del destino.