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domingo, 8 de diciembre de 2013

Otra herida desconocida del general Antonio Maceo

En el 117 aniversario de la caída en combate del
general Antonio Maceo Grajales



De los hombres grandes de nuestra historia, de aquellos de quienes creemos conocer más, a veces, el estudio detallado de sus vidas nos sorprende con algunas novedades; unas más trascendentales que las otras; pero todas importantes, porque  -a decir lo menos- siempre enriquecen aspectos puntuales de sus biografías.

Un ejemplo claro, al respecto,
son las desconocidas seis heridas sufridas en combate por el general Antonio Maceo, en julio de 1876, y referidas en artículo insertado en este propio blog; revelación que no solo da relevancia tremenda a las operaciones de Cayo Rey-Sabana de San Juan-San Felipe- Hato del Medio (casi ni tenidas en cuenta, hasta ahora, por la historiografía de la Guerra de los Diez Años ni por los biógrafos de excepcional jefe mambí), sino que, en una guerra y un ejército, en  los que el mérito y aval mayores eran las victorias y las heridas de guerra, saldos como ese, por un lado, acrecentaron la percepción contemporánea -y también posterior-  de la grandeza de este héroe cubano, que ya contaba con 17 heridas de balas; por otra parte, ayudan a explicar el tiempo silente (sin actividad bélica, prácticamente) de sus fuerzas ( de fines de julio de 1876 a fines de noviembre de ese propio año) y dan fundamento, asimismo, lo mismo a su Invasión a Baracoa, precedida por una sagaz, subrepticia  y heroica marcha por la escarpada selva virgen, que se extendía por  Sagua de Tánamo-Moa-Baracoa, que a sus afanes de revancha contra el general  español Francisco de Borbón, uno de los dos jefes enemigos que adversó en el mencionado Cayo Rey.
OTRA HERIDA DESCONOCIDA DEL GENERAL ANTONIO
No fueron esas seis, las únicas heridas ignoradas, de las muchas que sufrió el General Antonio Maceo Grajales durante sus campañas por la independencia de Cuba, entre 1868 y 1896. Incluso, entre las que el enemigo le infligió hasta mayo de 1876, y que el propio Maceo, por esa fecha,  resumió en su célebre carta al entonces presidente de la República de Cuba en Armas, en la que le dice sobre él mismo: ”[…] pues ni está inutilizado a pesar de las once heridas  que en cuerpo lleva noblemente, ni está cansado […]”; incluso, entre esas –repito-, hay  una que muy poco conocen: la contusión (herida leve) sufrida por Maceo en el famoso combate de Las Guásimas de Machado, en marzo de 1874, según el parte de guerra rendido por el mayor general Máximo Gómez Báez, en relación con las bajas con las bajas que tuvo él en ese enfrentamiento, y otra absolutamente desconocida…, la que a continuación expongo:
Fue la continuación de la pretendida Invasión a Occidente, iniciada por Gómez desde los campos del Camagüey, que ya dominaba, y extendida en ese julio del 74 hacia Las Villas, donde buena parte de los jefes rebeldes no ocultaban su inconformidad, en general, con los jefes y oficiales orientales que Gómez llevaba, y, especialmente, con el mulato Maceo como jefe de la división villareña
“Yendo por el camino de San Isabel, en Las Villas, una bala, que no se supo de dónde salió, le hirió una nalga.”
La relación es testimonio de uno de los constituyeron su  intrépida escolta, desde antes y durante  aquella fecha, y por todo el resto de la guerra, que,  luego, acompañó a Maceo en el proyecto de invasión de este a Cuba, en julio de 1880; teniente coronel del Ejército Libertador, cuyo nombre no quiero revelar, hasta tanto no concluya un trabajo en que he de exponer una investigación más amplia…
El hecho, enteramente cierto, no puede soslayarse en la biografía del héroe, aunque funde algunas especulaciones, lejanas aún de toda prueba: ¿Fue una de las muchas tentativas de asesinatos que el mando español ensayó contra Maceo, desde los primeros años de la guerra?, ¿fue obra de algunos malvados del campo insurrecto –donde quiera cocían habas-, llevados por ominosos prejuicios raciales o regionalistas?, ¿o tan solo –nadie puede descartar las casualidades- una bala perdida?
Hoy por hoy, a  casi 140 años de aquel suceso, nadie puede decir nada de él con exactitud, como no sea la precisión de en qué parte del territorio nacional, y en qué lugar de su cuerpo sufrió el héroe antillano, el gran procesar americano, Antonio Maceo Grajales, esa herida ignorada por todos sus biógrafos, hasta ahora; esa, de la treintena  de cicatrices que condecoraban su fornida entidad, al momento de su caída, incluidas las dos sufrida el fatídico 7 de diciembre de 1896, hace hoy, exactamente, 117 años.
 

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