Páginas

miércoles, 23 de mayo de 2012

Cuba: Lecciones que no deben olvidarse


“1912 en la memoria” finalizó en Santiago
Fructífero final del evento

Con un conjunto de intervenciones, ricas todas en datos y en puntos de vista -que no sólo dieron nortes a muchas discusiones, sino pábulo también a esas polémicas serenas y profundas-, concluyó  en Santiago de Cuba el evento “1912 en la memoria”, que auspiciado por la filial santiaguera de la UNEAC, las oficinas del Historiador y del Conservador de la Ciudad, de la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC) y la Fundación Caguayo, se celebró desde el pasado día 16.
Fue –a juicio de una aplastante mayoría de los participantes, interrogados al efecto- un evento digno del esfuerzo rendido por sus organizadores y concurrentes, con el fin de romper el silencio de casi un siglo sobre este funesto y aleccionador suceso, cuyas deliberaciones mostraron hasta dónde pudo llegar el desespero de un sector de la sociedad cubana, tanto por la usurpación de los legítimos y legales derechos de su raza como por el menoscabo cotidiano contra ella; adónde, el odio insuflado por la propaganda atrabiliaria del racismo visceral; adónde –¿por qué no?-, el erróneo cálculo y la exasperada decisión; adónde, un enfrentamiento -al cabo fraticida, porque enfrentó a hermanos contra hermanos-, y a dónde, en fin, los bajos instintos desbocados, que dieron salida a tanta sevicia criminal, cuya expresión matemática son esas horribles sumas de 3 500, 5 000 -y hasta 10 000,según los diferentes estimados- negros muertos (rebeldes y pacíficos), regados por los campos de Cuba; de otros miles que colmaron los talegos de la isla y de muchos más, arrancados de sus hogares, en imitación kafkiana de las reconcentraciones aplicadas por los españoles para enfrentar las guerras separatistas.
Tales fueron, esencialmente, los saldos de las palabras de apertura oficial, por del presidente de la filial santiaguera de la UNEAC, Rodolfo Vaillant; de las pronunciadas en su conferencia magistral por el presidente de la Academia de la Historia, director de la Biblioteca Nacional José Martí y premio nacional de Ciencia Sociales y de Historia, Eduardo Torres-Cueva, en su conferencia magistral, con la que dio inicio el evento teórico; también, las de los participantes en las dos mesas de especialistas de varias partes del país, y de la intervención especial de Abel Prieto, asesor del presidente de los consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba; todas las cuales abordaron problemas medulares del acontecimiento trágico de 1912, lo mismo de aquellos relacionados con los antecedentes más lejanos o inmediatos, que sobre la abundante hechología salvada y las múltiples visiones interpretativas.
Igual dividendo rindió el trabajo por comisiones, durante el último día de sesiones, en el que se expusieron numerosas ponencias de estudiosos sobre el racismo, la discriminación y los prejuicios raciales en Cuba, casos de abusos concretos contra la población negra cubana, acerca de la fundación del PIC, su representación popular y su prohibición legal, las intenciones y actitud de los Estados Unidos antes, durante y después de estos sucesos, y las consecuencias de los acontecimientos de 1912 en la isla, entre otras.
Precedió a esas fructuosas discusiones de la última fecha de trabajo, la intervención especial de Heriberto Feraudy, presidente de la “Comisión Nacional Aponte”, de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), quien, además de pronunciarse sobre los asuntos anteriormente esbozados, rindió información sobre la labor llevada a cabo por la entidad que preside, a lo largo y ancho del archipiélago cubano.
“Una labor –dijo Feraudy- que ha ido mucho más allá de la recordación de aquel prócer negro cubano, de la reivindicación de su figura y de la conspiración que lideró en 1812”, puesto que, en este año del bicentenario de aquel extraordinario hecho y de la ejecución del flébil martir, y se ha dirigido al rescate de muchas personalidades “inexplicablemente” olvidadas; intervención que mostró, para algunos, la conveniencia de que esa comisión –viva en varias provincias cubanas- extendiera su presencia activa a las provincias de Santiago de Cuba y Guantánamo, con la pronta constitución de sus respectivas filiales.
El cierre del evento “1912 en la memoria” no pudo ser más atinado, con un acto masivo con la población de la comunidad de Mícara (municipio santiaguero de Segundo Frente), que sobrepasó la simple develación de la tarja, que en honor a los mártires caídos en aquellos enfrentamientos, donó la Fundación Caguayo, y que la Comisión Provincial de Monumentos –según acta leída por su presidenta Martha Hernández- decidiera colocar justamente allí, por ser el sitio donde se libró el combate más duro y cruento, a resulta del cual cayera en la zona el líder máximo del alzamiento del Partido de los Independientes del Color (PIC), general del Ejército Reivindicador, Evaristo Estenoz Coromina, comandante que había sido del Ejército Libertador, durante la última guerra independentista contra España.
Actividad, asimismo, en la que esa comunidad rural dio agradable acogida a la música lírica, a la música coral; lugar que fue no menos emocionado albergue a las palabras tremendamente justas de la historiadora de la ciudad de Santiago de Cuba, doctora Olga Portuondo, y demostración palmaria de telurismo histórico en Mícara, incluso por sobre la toponimia que inmortaliza a Estenoz con la nominación de una loma y de otros lares de este sitio; es decir, en el estremecedor relato grabado a esa ancianita, que con palabras de pueblo, llanas y fulminantes -a partir de la narración oral de su madre-, habló de los miles de guardias que poblaron de momento aquel lugar, del horrible estruendo de los enfrentamientos, de los miedos sentidos y de los cerdos alimentándose de los cadáveres de muchos rebeldes, y que así resumió, sin pretenderlo, buena parte de lo que los estudiosos del tema tomaron meses y años en escudriñar, y no pocas horas en exponer; palabras que se alojaron en muchas almas durante aquel sencillo acto, y que se me antojaron una tarja más grande y honorífica, que aquella de bronce, modesta y justa, allí colocada.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario