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domingo, 27 de mayo de 2012

Parque Céspedes, catedral, la casa más añeja de América...


Santiago de Cuba y su
monumentalidad (IV)

 
Quizás los santiagueros no lo hayamos descubierto aún, pero este lugar es, realmente, el recinto más espectacular de nuestra añeja ciudad: una revelación de grandes y significativas obras, por valores propios, integradas, a la vez, a los sentimientos y quehaceres de un mundo de gente, que se muestra a cuantos vienen y van por las cuatro vías por las que se puede acceder a ella…

Parque de Céspedes
Vieja, querida y coqueta –cuya faz ha renovado muchas veces-, y a la que todavía cortejan esbeltos, vetustos y eternos pretendientes, la Plaza de Arma de Santiago de Cuba, o el parque Céspedes, como todos acá le llamamos, constituye, sin lugar a duda, uno de los conjuntos monumentales más atractivos de la ciudad y, absolutamente, en el que más interactúan propios y foráneos; sede de incontables citas de múltiples amores, de peñas fervorosas sobre los temas más polémicos, en las que, las más de las ocasiones, el amor propio lleva ventaja a la razón; bancadas de relatos hiperbólicos y de glorias ficticias, que ganan verosimilitud con la fuerza con que son contadas; áreas de recreos infantiles, añorado escenario, en fin, de varias generaciones, en cuya parte central, un original monumento, erigido en 1953, rinde tributo de recordación perenne a la gesta del 10 de octubre de 1868, al máximo héroe de aquella gesta y Padre de la Patria cubana, a Carlos Manuel de Céspedes.
Mirando al sur, sobre el escaque que marcan las calles Heredia, al frente; Lacret (San Pedro) y Félix Pena (Santo Tomás), por los laterales, y Bartolomé Masó (San Basilio), al fondo, se alza predominante, sobre un promontorio aplanado, la Santa Basílica Metropolitana, cercana ya a los 350 años en este propio sitio (anteriormente, desde 1522, en otros puntos de la ciudad), en la que resaltan no sólo sus altas torre-campanarios y su gran cúpula central, sus puertas enormes, el amplio y acogedor atrio, en forma de U, con su balaustrada de madera torneada, y sus bajos –también en U, en toda la extensión de la lonja, con sus activas entidades culturales y comerciales.
Catedral de Santiago de Cuba
Su aspecto actual, de sobria expresión neoclásica, es obra del eminente arquitecto y urbanista santiaguero Carlos Segrera Fernández, a quien también debe el populoso centro de solaz, los dos edificios que copan todo el lado oriental del recinto citadino: el hotel Casa Granda -activo y con elevada demanda, por supuesto, a solo meses de su centenaria existencia- y la versión moderna del otrora Club San Carlos, hoy sala de conciertos Esteban Salas (altos) y galería de artes Oriente (bajos); obras de las que, por sus estilos y funciones, la ciudad siente especial orgullo; cual lo sintió por otra creación de Segrera: el anterior hotel Venus, abatido por el terremoto de 1932, en cuya área hoy se levanta el moderno edificio del BANDEC, antiguo Banco Nacional de Cuba.

Casa de Diego Velásquez (Museo de Ambiente Colonial)
Si de orgullo hablamos, contiguo a esa entidad financiera, abarcando entre ambos todo el segmento de la calle Félix Pena, desde Heredia a Aguilera, se muestra la edificación más antigua de América, con casi 500 años de existencia, lo que fuera la Casa del Adelantado Diego Velázquez, ahora Museo de Ambiente Colonial, rescate glorioso del profesor catalán –santiaguero por amor y condición- Francisco Prat Puig; autor principal –es oportuno decir- del proyecto que hace unos 60 años se materializó en el nuevo Ayuntamiento de Santiago de Cuba, único en su expresión, como síntesis evocadora de la modesta pero valiosa arquitectura colonial santiaguera, rival fraterno, en majestuosidad, de la catedral, a la que mira de frente.
Ayuntamiento de Santiago de Cuba



1 comentario:

  1. Sr. Mourot.
    Coterraneo y Amigo.
    Nosotros si sabemos que este centrico parque es el espacio mas espectacular de nuestro querido Santiago. No olvidamos que en muchas oportunidades hemos defendido con valentia ciudadana nuestro derecho a sentarnos alli para conversar de cualquier tema y demostrarle civilizadamente a los agentes del orden publico que es nuestro legitimo derecho permanecer alli el tiempo que precisemos necesario con la debida compostura de hombres dignos.

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