Páginas

martes, 23 de septiembre de 2014

¿Quiénes, cuándo y por qué, hablaron mal de Maceo? (IV)




Desde la atmósfera que le forzó escribir al Presidente hasta la dolosa carta del brigadier Marcos García...

La campaña contra el general Maceo no cesaba, y se propalaba más el rumor de sus presuntas ambiciones, especialmente porque se hablaba insistentemente de sus merecimientos para el más alto grado del Ejército Libertador, lo cual revolvía a sus enemigos...


Lo comentaba, por ejemplo, el diputada Ramón Pérez Trujillo, en carta del 4 de octubre de 1875, al Dr. Félix Figueredo:

Aquí se han hecho algunos fuegos al enemigo que días atrás hizo algunas operaciones por las rancherías, cometiendo como de costumbre, violaciones, asesinatos y robos, pero ya se han calmado bastante, a consecuencia sin duda de la brillante excursión que ha hecho el brigadier Maceo, en Guantánamo. Este jefe está demostrando después de su marcha de Camagüey, que al valor y actividad reúne otras condiciones favorables, y está llamado en mi concepto, dentro de un corto plazo, al ascenso del mayor general, si se esfuerza en reprimir su carácter, que le granjea muchos enemigos.[1]
Tan agudos y sórdidos son los ataques personales, que, el 16 de mayo de 1876, escribe una misiva al presidente de la República, Tomás Estrada Palma, su célebre carta denuncia, en la cual le dio a conocer la campaña contra él de algunos jefes subordinados, que no quieren servir a su lado. Incluso, quizás percatado de que tal proceder no sería suficiente, escribió a su amigo, el Dr. Félix Figueredo otra misiva, en la que le pide haga sus observaciones pertinentes sobre la comunicación que había enviado al presidente, y le anuncia haber comenzado a practicar los consejos que Figueredo le había dado (¿?), y le indica:
Respecto a mi marcha al extranjero, le diré que me es doloroso tener que tocar esa cuestión que siempre he rechazado, pero ya he llegado a conocer los ánimos de muchos, y no quiero ser más tarde acusado: usted sabe que el que evita la ocasión evita el peligro.[2]


En tal sentido, los triunfos militares de Maceo –los últimos fueron los de Guayabales, Jesús María, Yabazón-Abajo, Sao Arriba y Arroyo Hondo- no impidieron los comentarios negativos; aunque, tal vez, los disminuyeron algo, especialmente desde el 1º de febrero de ese año 76, cuando el mayor general Modesto Díaz tomó en propiedad el mando del Primer Cuerpo del Ejército Libertador. Quizás, también, por el efecto de su reclamo al Presidente, en mayo; sus nuevas heridas en combate y sus otras campañas bélicas, sobre todo las que, desde octubre de 1876, lo empeñó en su marcha secreta hasta Sabanilla de Baracoa y sus operaciones en aquella zona, Guantánamo y Mayarí Arriba hasta febrero de 1877.

Pero surgió, más tarde, el denominado Movimiento de Reformas de Santa Rita (11 de mayo de 1877, según su proclama), cuyas cabezas visibles eran el general venezolano José Miguel Barreto y el coronel Modesto Fonseca, entre otros oficiales del Camagüey y Las Tunas; secundado, luego, por decenas y decenas más de otros territorios; pero que, realmente, todos sabían que lideraba el general Vicente García.
La respuesta del general Antonio Maceo Grajales fue tajantemente contraria a la invitación que le hiciera el general Vicente García para que participase en ese movimiento,[3] y tan activa fue su acción contra este nuevo motín sedicioso, que haría exclamar al brigadier José de Jesús Pérez de la Guardia: “Los enemigos del alma [del movimiento de Santa Rita] son Máximo Gómez, Antonio Maceo y Flor Crombet.”[4]
En relación con este mismo movimiento sedicioso, existen, por lo menos, tres cartas del entonces teniente coronel Belisario Grave de Peralta al mayor general Vicente García. En la primera de las cuales, del 16 de junio de 1877, califica de “obra de la camarilla de Maceo y Félix Figueredo” el manifiesto emitido por un denominado “Comité de Salvación”, evidentemente contrario al programa de los reformistas.[5] En la segunda, días después,  además de pedir al general tunero que no se permita atropello contra ningún miembro del “Partido Reformista”, le dice: “(...) parece que los Generales Gómez y Maceo hasta en estas circunstancias conservan el carácter despótico y altanero”[6]. Y, en una última, del 27 de julio de ese mismo año, no sólo pide orientaciones a Vicente García, si debe responder con la fuerza, “ si el General Gómez o Maceo llevados de su carácter déspota y agreste insisten (que no lo dudo) por medio de la fuerza llevar a su lado estas fuerzas (...)[7]
Ejemplos hay sobrados de que tanto Gómez como Maceo  obraron con resolución y firmeza contra el diputado Jesús Rodríguez, el teniente coronel Limbano Sánchez (con el que protagonizó Maceo dos graves incidentes), el comandante Molina y otros, a fin de someterlos a la disciplina, en aras de los intereses de la Revolución. Los hechos, lamentablemente, les dieron  la razón. Proceder así no es despotismo, sino disciplinar, y hacerlo severamente – como lo requería aquel momento de grave peligro para la patria – no era una actitud agreste.
No hemos podido encontrar otros escritos contentivos de juicios contrarios a Maceo en esta etapa, lo que no obsta para advertir acerca de otras probables censuras a su personalidad y actuación, por parte de quienes, en área de su jurisdicción formaron parte de este nuevo conato reformista, como también de quienes, desde octubre-noviembre de ese propio año, promovieron el Cantón independiente de Holguín. De todos modos, sus enemigos parecen más acallados en esta etapa; tal vez por la gloria de sus ocho nuevas heridas, la viril postura frente al desorden y la nueva ofensiva contra los españoles, que le deparó éxitos muy sonados a sus tropas, desde Pinar Redondo (fines de 1877) hasta San Ulpiano y Tibisí, el 8 y 9 de febrero de 1878, respectivamente, pasando por la Llanada de Juan Mulato, días antes.
Ya no era posible opacar su luz en el firmamento mambí, y fuera de aquella gloriosa manigua, y menos, después de que el comandante supremo del ejército español en campaña, el general Arsenio Martínez Campos procuró y logró una entrevista con él (Maceo), el mayor general insurrecto Manuel Titá Calvar y sus cientos de jefes subalternos, oficiales, clases y soldados que los siguieron en Baraguá.
Entonces, el argumento de la campaña contra el Héroe mulato fue otro: el de un oportunismo doloso, infame, criminal en extremo…, y, claro está, racismo de siempre.
En efecto, el 15 de abril de 1878 –exactamente un mes después de dicha cita-, el capitulado ex brigadier y ex diputado, Marcos García, de Sancti Spíritus, escribió a su amigo Diego Echemendía, y, entre muchas acusaciones más, que comprendieron a Bernabé Varona (Bembeta), Jesús del Sol y José Boitel (mártires todos de la fracasada expedición del “Virginius”, en 1873, a quienes calificó de traidores), a Vicente García, por ambicioso; a Carlos Manuel de Céspedes, por aristócrata, y a Máximo Gómez, por “mal carácter”, le dijo:
- Que la juventud santiaguera blanca pereció en los bosques y desapareció porque un jefe de color [¿Quién podría ser?: Maceo] la mandaba al sacrificio contra las columnas enemigas.
- Que hacia 1876, había 3 hombres de color por cada blanco en el campo mambí.
- Que la mayor parte del pueblo “censuraba” la “obcecación de Maceo” de continuar la guerra.
- Que se saben cuáles era y han sido siempre las intenciones o tendencias de [i]Maceo (algo que –al juicio de remitente de la carta- podría traducirse así: ser el hombre fuerte de la revolución e imponer su visión de “racismo negro”).8
Dos preguntas, entre otras posibles, se tornan pertinentes: ¿Murió realmente la juventud blanca santiaguera, o la guantanamera, o la holguinera, porque Maceo la llevó al sacrificio en sus enfrentamientos contra los españoles? Y ¿Utilizó Maceo ese supuesto sacrificio de escalera para alcanzar la gloria y una posición cumbre dentro del Ejército Libertador de Cuba?
Responder ambas interrogantes resultará un ejercicio interesante…

8  ANC; FDR, Leg 471 n. 7




[1] Cuadernos de Historia de la Salud Pública n. 56, p. 233.
[2] Ideología Política. Vol. I, p. 68.
[3]  Ibidem, p. 80.
[4]  ANC. Fondo Donativos y Remisiones. Leg. 476 n. 1.
[5]  ANC. Fondo Donativos y Remisiones. Leg. 477 n. 19
[6]  Ibidem.
[7]  Ibidem.
[8] ANC: FDR, Leg. 471 n. 7



No hay comentarios:

Publicar un comentario