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lunes, 30 de abril de 2012

La plaza, el Morro y Santa ifigenia


Santiago de Cuba y
su monumentalidad (I)


Recorrer esta ciudad de casi cinco siglos de existencia suele resultar un paseo impresionante, lo mismo para propios que para foráneos, si se hace con miradas escrutadoras…
No hay un sitio de esta urbe caribeña, efectivamente, que no nos revele algo de interés y/o trascendencia, allá o acá, en las prominencias de las numerosas colinas o en los recovecos de tantos hondones, sobre los cuales ella se asienta; en la majestuosidad o en la modestia de sus obras públicas, que en memoria de sus muchos héroes, o de sobradas acciones gloriosas o por algún otro valor singular, hacen de Santiago de Cuba, en sí misma, una ciudad monumento.
Nacionales y extranjeros conocedores de su enaltecedor pasado, creen que aquí deberían abundar más las estatuas, los bustos, las tarjas y otras formas de rendir homenaje a los próceres y valores del pasado. Es verdad, no son todas las que merecidamente pudiera haber; sin embargo, las que existen hoy llenan de sano orgullo a la mayor parte de los santiagueros.
PRINCIPALES MONUMENTOS DE SANTIAGO DE CUBA
Por su imponente majestuosidad, los monumentos que más sobresalen en la capital oriental son:
1.- El complejo escultórico de la Plaza de la Revolución (1991), con el conjunto de de piezas metálicas colosales, evocando los machetes redentores mambises, y, sobre un pequeño promontorio, la figura ecuestre del mayor general Antonio de la Caridad Maceo Grajales, 
complejo escultórico de la Plaza de la Revoluciónlugarteniente general del Ejército Libertador (obra del escultor santiaguero Alberto Lescay), y un escenario general que ya es historia significativa, en su corta vida de 21 años de existencia, por sus multitudinarias concentraciones populares -muchas veces presididas por los máximos líderes de la Revolución, Fidel y Raúl- y las dos masivas misas, la de 1998, con su santidad Juan Pablo II, y la reciente, el 26 de marzo pasado, con el también pontífice Benedicto XVI.
2.- Cementerio de Santa Ifigenia (julio de 1868), donde reposan los restos de muchos ilustres personajes de nuestra historia y multitud de personas comunes, a cuyas memorias se han erigido allí desde suntuosos sepulcros personales y panteones, hasta las íntimas dedicaciones, no exentas en muchos casos, sin embargo, de notables y diversas esculturas, que hacen de este campo santo una verdadera y distinguida necrópolis.
Mausoleo a Jose Marti en el Cementerio Santa Ifigenia
Por supuesto, resaltan en todo este conjunto funerario: en primer término, el mausoleo donde reposan los restos de José Martí, obra del arquitecto Mario Santi (1951), tercera tumba dedicada al Héroe Nacional de Cuba en el propio cementerio, tras su enterramiento en 1895, y su posterior exhumación e inhumación, en un nuevo nicho, inaugurado el 7 de diciembre de 1907; también, los respectivos panteones dedicados a los héroes del ataque al Moncada, a los internacionalistas cubanos caídos en Angola, a los combatientes de nuestras guerras de independencia (el “Retablo de los Héroes”), el de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el más modesto de éstos: el dedicado a la veintena de mártires de San Juan de Wilson (febrero de 1870), y, en el plano individual: las tumbas de Carlos Manuel de Céspedes (10 de octubre de 1907), segunda dedicada al Padre de la Patria en el lugar; del expresidente de la República Tomás Estrada Palma y su esposa, la “pirámide” que guardan los restos de Emilio Bacardí, y el busto del general mambí Rafael Portuondo Tamayo, entre un sinnúmero de obras funerarias más.
3.- Uno de los más impactantes monumentos santiagueros es el complejo Morro-La Estrella, en el cual predomina el Castillo del Morro, construido hacia 1639 por Don Pedro de la Roca para defender la boca de la bahía de la ciudad, y el litoral cercano a la fortaleza. Era el punto clave de todo un sistema defensivo, compuesto, además, por los fuertes de La Estrella, Ciudamar y La Socapa, entre otros más distantes, para enfrentar y repeler los ataques fuerzas foráneas (mayormente corsarios y piratas), y cuya imagen bella, colosal, como emergida de la elevación escarpada donde está enclavada, es, hoy por hoy, de un atractivo y una significación extraordinarios, al punto de haber sido declarado Patrimonio de la Humanidad.
Vista aerea del Legendario Castillo de San Pedro de la Roca o Castillo de El Morro



Santiago de Cuba y
su monumentalidad (II)

El advenimiento de la era republicana trajo consigo un justo y loable afán de rendir tributo perenne al hecho y a los próceres cubanos más emblemáticos para la ciudad; en especial, a la libertad y a quienes más se distinguieron en la derrota del colonialismo y la edificación de la nueva Cuba…
COMPLEJO MONUMENTARIO PLAZA DE LA LIBERTAD
El primer esfuerzo en tal sentido, la primera obra monumental de homenaje fue, por supuesto, para la libertad, en lo que hasta entonces fue el campo de Marte de Santiago de Cuba; o sea, el lugar que -desde los tiempos de la primera guerra separatista- escogieron las autoridades para entrenar, realizar maniobras y celebrar paradas militares, en la planicie de las colinas más alta de la urbe, inmediata al antiguo campo santo y a la ermita de Santa Ana y al arzobispado, en el camino del “Paraíso”…
Al celebrarse la creación de la República, el 20 de mayo de 1902, en el espacio central de la acondicionada plaza santiaguera, allí donde estuvo una suprimida fuente de agua, se erigió, escoltada por varios cañones de guerra, una gran columna cilíndrica, de unos 20 metros de altura y gran espesor –justo: la Columna de la Libertad-, coronada con un gorro como el que usaron los frigios: emblema de la libertad desde que los revolucionarios franceses empezaron a usarlos, en 1793.


Parque de la Libertad 1945
El recinto, bautizado a partir de ese momento como Parque de la Libertad, tuvo en lo sucesivo varias y notables adiciones, como fueron, en 1916, la instalación de sendas estatuas, con bases revestidas de mármol, rematadas por las figuras, también de mármol -perfectos retratos y adecuadas expresiones-, obras del célebre italiano Ugo Luisi, y dedicadas a los héroes santiagueros por la independencia de Cuba: general de división Francisco Sánchez Hechavarría, quien fuera gobernador de Oriente, y muerto durante el ejercicio de su cargo, el 17 de noviembre de 1902, y al general de brigada doctor Joaquín Castillo Duany, legendario expedicionario al Polo Norte, no menos legendario jefe de Sanidad Militar de la Columna Invasora del general Antonio Maceo Grajales, subdelegado del Partido Revolucionario Cubano, y muerto en París (Francia) el 20 de noviembre del propio año 1902.
Años después, se instaló un monumento dedicado al autor de nuestro Himno Nacional, el abogado, poeta y general del 68, Perucho Figueredo, con varias tarjas de bronce, en alto relieve; luego, se dotó a la popular plaza de dos áreas de pérgolas: una al norte del parque; la otra, al sur, y también, una bella tarima, para celebrar actos cívicos y veladas culturales, y recompuestas áreas de jardinería muy bien trabajadas.
Posterior al triunfo de la Revolución, en 1959, se colocaron en la propia los bustos del Apóstol José Martí, el comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán y del combatiente clandestino santiaguero Orlando Fernández Montes de Oca, quien, en viaje revolucionario a la Habana, desapareció en manos de uno de los asesinos del régimen dictatorial de Fulgencio Batista.
El Parque de la Libertad –o como más comúnmente lo llaman los santiagueros: la Plaza de Marte- de Santiago de Cuba no sólo es un lugar céntrico y concurrido (sede natural de la primera Peña Deportiva de la isla), un punto de verdadera lindura en el corazón de la ciudad, sino, también, un notable ejemplo de veneración al bien supremo del ser humano y a quienes bien pelearon para conquistarlo…
 

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