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martes, 10 de abril de 2012

La proclamación del Partido Revolucionario Cubano


El 122 aniversario del 10 de abril de 1892

No es exagerado decir que -a excepción de José Martí, quien vio desde el principio su utilidad como instrumento básico en la preparación de la nueva guerra- los fundadores del Partido Revolucionario Cubano (PRC) miraron su nacimiento con no poca cautela…
Efectivamente, primero, a todas luces, pensaron la organización que intentaban crear; luego –es notorio- consensuaron el proyecto; más tarde –a fines de diciembre de 1891-, invitaron a Martí – a la sazón, el propagandista revolucionario más sobresaliente de la emigración cubana y destacado líder de esta en Nueva York, quien es probable, también, que no sólo haya comulgado con la idea, sino que la haya propuesto a sus anfitriones- para reunirse con él en Cayo Hueso (Key West), y que incluyó a la gente de Tampa e Ybor City.
Juntos, perfilaron pormenorizadamente las ideas sobre el partido, y tomaron la decisión de darle a tan significativa personalidad del exilio el encargo de redactar las bases y estatutos de la nueva formación política, que Martí cumplió cabal y estupendamente, con el agregado de su indiscutible genialidad.
Nacido el 5 de enero de 1892, realmente, el PRC no tuvo una existencia oficial, sin embargo, hasta tiempo después de su creación, y, lógicamente, tampoco había logrado suplantar por entonces a otras entidades –incluidas las integradas por gran parte de los fundadores del citado partido, como el caso de Club Luz de Yara- en la dirección de los trabajos revolucionarios en el interior y en el exterior de Cuba, con vistas a los preparativos de la nueva empresa bélica en la Isla.
Así fue: nueve semanas más tarde de su fundación, exactamente el 28 de marzo de 1892, el Consejo General de presidentes de  consejos de clubes revolucionarios de Cayo Hueso, Tampa e Ybor City, acordó que la proclamación del Partido Revolucionario Cubano y de su Delegado y Tesorero fuese el 10 de abril de aquel mismo año; o sea, en el 23 aniversario de la Asamblea de Guáimaro y de la primera Constitución republicana de la Isla, anunciando así –de paso- los propósitos democráticos de la revolución cubana, continuadora de la de 1868.
La decisión del Consejo incluyó, asimismo, enviar a Martí, en Nueva York, el texto de ese acuerdo, el cual se mandó con la expresa conformidad de José Dolores Poyo y Teodoro Pérez.
El 8 de abril, en las tres citadas localidades floridanas se celebraron las elecciones para elegir al Delegado y al tesorero del PRC. Martí sumó los 13 votos para el máximo cargo, y Benjamín Guerra 12, para el segundo, puesto que Félix Fuentes obtuvo 1 voto a su favor.
En otras comunidades cubanas en los Estados Unidos, igual Martí y Guerra resultaron electos para Delegado y tesorero del PRC, y, en efecto, el 10 del mismo mes, fueron proclamados la existencia del nuevo partido y de sus dos principales directivos, máximos coordinadores de la labor de recaudar fondos, adquirir armas, pertrechos, alquiler de buques para futuras expediciones armadas a la Isla, organización de su filial dentro de Cuba, a partir de los comités ya existentes, y la propaganda en el interior y en el exterior de la Isla, para reivindicar el derecho de los cubanos a luchar por su independencia de España y su plena soberanía como pueblo, como Estado, como país…
 

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